El estrés laboral crónico ha incrementado y la culpa no es solo de la pandemia. Conoce qué es, cómo detectar sus síntomas y cómo prevenirlo.

Mariana Reyes recurre a una comparación sencilla para explicar el burnout o el estrés laboral crónico: las personas sabemos que nuestros brazos y nuestras manos tienen un límite en cuanto al peso y la cantidad de objetos que pueden agarrar de una vez. Y, conforme a estos límites, actuamos. El cerebro, señala la psicóloga, es igual: tiene un límite en cuanto a la cantidad de información y carga de trabajo que puede asumir. Pero, en muchas ocasiones, acabamos sobrepasando esa barrera.

La situación ha empeorado con la llegada del coronavirus, no solo por la ansiedad asociada a la pandemia, también porque las cargas de trabajo se han incrementado en muchas ocasiones. Además, aunque el problema se ha ido corrigiendo a medida que las empresas entendían que los modelos híbridos y el home office son una realidad permanente, en muchas ocasiones trabajar en casa ha supuesto no marcar límites entre el horario laboral y el de ocio o personal.

“También hubo mucha rotación de personal, mucha gente perdió su trabajo y los que mantuvieron su empleo se quedaron con toda la carga de trabajo extra, sin incremento de sueldo y a veces, incluso, con reducción de salario”, explica Reyes, que además conduce Culpables, un podcast feminista en el que aborda, entre otros temas, cuestiones de salud mental.

Según datos del Ipade, 60% de ejecutivos de empresas del país tiene altos índices de estrés laboral. Y de acuerdo con el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), 75% de la población lo sufre, un porcentaje mayor del promedio en China o Estados Unidos.

¿Qué es el síndrome de burnout?

El burnout lo padecen tanto hombres como mujeres, pero la situación se agrava más en ellas, ya que a la carga laboral suman, por cuestiones culturales, las actividades de cuidados y del hogar.

El IMSS define el estrés como el conjunto de reacciones físicas y mentales que sufre una persona cuando se ve sometida a factores externos que superan su capacidad para enfrentarse a ello. Cuando esta presión creciente procede del entorno laboral y provoca saturación física y mental en el trabajador, con consecuencias para su salud y su entorno, se denomina estrés laboral. Es el cada vez más famoso burnout y puede tener consecuencias que lleven incluso a la depresión.

El estrés laboral es una enfermedad del trabajo reconocida por la Organización Mundial de la Salud y, en México, desde que la NOM-035 de riesgos psicosociales en el trabajo entró en vigor, en octubre de 2019, las empresas deben cuidar los factores que pueden provocarlo entre sus trabajadores. El problema es que, a pesar de la regulación, no todas las compañías la aplican. En muchos casos, por desconocimiento de cómo realizar un programa de prevención integral, apunta Reyes.

De ahí que 76% de los trabajadores de las áreas de Recursos Humanos señale que su carga laboral aumentó a raíz de la pandemia y de regulaciones como la NOM-035 o los cambios en la ley del outsourcing, según un estudio elaborado por la firma de software de nómina Worky y la empresa de recursos humanos IdHunt. Esto ha llevado a que ​​86% diga que los efectos emocionales derivados de su posición han perjudicado su salud física y mental.

Causas y síntomas del síndrome de burnout

Los síntomas del burnout son variados y van desde la falta de concentración, hasta el insomnio o malestares físicos como dolor de cabeza o de articulaciones. “Una persona con burnout trata de ejecutar sus labores bajo un estado de estrés severo que le hace querer tener picos de energía cuando ya no los tiene”, explica Reyes. Y esto acaba detonando ciertos síntomas. Estos son algunos de ellos:

  • Cambio de humor, pasar de estados de tranquilidad a otros de enojo y furia sin motivo aparente.
  • Falta de concentración, que es lo que más se suele ver durante el horario laboral. Como resultado, no se terminan las actividades marcadas.
  • El estrés laboral también se ve fuera del trabajo, con padecimientos como el insomnio, dolor de cabeza, migraña o dolor de articulaciones.
  • Cansancio extremo.
  • Falta de apetito.
  • Dificultades del habla.
  • Abuso del alcohol y otras sustancias.
  • Inseguridad, desmotivación y ansiedad, que puede llevar a la depresión.

Cómo prevenirlo

Prevenir el estrés puede parecer complicado. En Estados Unidos la pandemia ha traído el fenómeno denominado la Gran Renuncia: la gente está dejando sus empleos. Es una situación multidimensional y con muchas aristas, pero los últimos 20 meses tras la llegada del COVID-19 ha cambiado la forma en la que vemos la vida y eso ha llevado a un alto porcentaje de la población a cuestionarse si el trabajo que tiene es suficiente para poder vivir o solo un factor más de estrés.

En México, señala Alejandro Vázquez Ríos, director del área de Dirección de Personal del Ipade, será muy difícil que este fenómeno ocurra debido a las condiciones económicas del país: un porcentaje muy elevado de la población no puede permitirse dejar su trabajo.

El problema es que en el caso de las enfermedades mentales aún hay un tabú que provoca que cueste pedir ayuda o detectar que existe un padecimiento. “Hay personas a las que su trabajo les da identidad y crean alrededor de él quiénes son”, explica Reyes. Y también está el hecho de que aún no se le da la importancia necesaria a la salud mental, al punto de que se ve como una debilidad. “Y este tipo de comentarios provoca que no se pida ayuda. Yo me sacaría de onda de ver que otros pueden, que presumen que pueden y que yo no puedo. Pero por eso se llega a la quema: uno asume y lo pasa por alto, y toma personal el hecho de no poder con el estrés”.

¿Hay tratamiento?

El IMSS recomienda llevar a cabo técnicas de relajación, como meditación o estiramientos, además de practicar algún deporte y cuidar la alimentación.

Reyes señala que se puede recurrir a la atención ejecutiva, la que podemos controlar y nos permite enfocarnos sin atender estímulos que no son relevantes. Pero la clave estará en parar (y poder hacerlo). La especialista señala que en algunos casos será necesario tomar entre uno y tres días para focalizar la atención en qué no nos está permitiendo avanzar.

Y, sobre todo, la psicóloga pone la responsabilidad en las empresas y advierte la necesidad de contar con manuales y procedimientos que eviten, por ejemplo, que cuando hay una curva de aprendizaje de un nuevo compañero, la carga extra recaiga sobre su colega de al lado.

Además, señala la importancia de la capacitación, no solo en las habilidades necesarias para cada perfil, sino para establecer un trabajo por objetivos. “Hasta ahora, para las empresas, el gran líder no siempre es el que cuida a los equipos, sino el que cumple las metas, aún si llega con tres o cuatro personas drenadas. Por eso es tan importante tener un manual de procedimientos y que Recursos Humanos cuide la salud mental de sus trabajadores”.

Con información de Nancy Malacara.

Noticia extraida de: https://expansion.mx

Escrita por: Puri Lucena

Enlace de la noticia original: https://bit.ly/3DuZ6SL