María Teófila Vicente Herrero, profesora de la UNIR (España), asegura que hay que reforzar los canales de comunicación y participación, así como establecer planes de bienestar emocional
Tras casi dos años de pandemia, muchos trabajadores y trabajadoras viven el día a día entre la fatiga pandémica y otros problemas de tipo psicológico, como la que se ha denominado coronafobia. ¿Cómo se pueden afrontar estas situaciones en las empresas?
María Teófila Vicente Herrero, profesora del título ‘Experto Universitario en Gestión y Organización de Empresas Saludables’ de UNIR, destaca que «la pandemia ha sido una convulsión social y sanitaria y ha afectado dentro y fuera de las empresas».
«Hablar de empresa es hablar de sociedad, todo lo que ocurre fuera repercute dentro y viceversa. Esto ha supuesto un trastoque completo de la forma de trabajar, pero también de las relaciones familiares, sociales, entre compañeros, de la estabilidad del trabajo y con una repercusión a nivel físico y psicológico», explica.
Para esta experta, la fatiga pandémica «es una expresión del agotamiento provocado por esas restricciones y cambios tan brutales en nuestra forma de vida y de trabajar». La crisis del COVID, asegura, deja un efecto psicológico que, en muchas ocasiones, se traslada al plano físico en forma de somatizaciones: malestar de distinto tipo: musculoesquelético, gástrico…
«Pero en lo que más se nota es en el incremento del estrés y en la mala gestión que en este momento estamos haciendo de esa situación mantenida de estrés«, recalca.
María Teófila Vicente Herrero apunta también que ha habido también «un incremento de situaciones de ansiedad, de miedo, de depresión, una importante alteración de los ritmos del sueño… Cuando lo estudiemos con una cierta perspectiva de los años veremos hasta qué punto tiene también repercusión en el aumento de casos de suicidio que estamos teniendo y que no sabemos cuánto ha tenido que ver la pandemia en ello».
Ante estas situaciones de falta de bienestar emocional en las empresas, apuesta por la implantación de programas de bienestar mental, que deben partir tanto de los propios trabajadores como de las organizaciones: «El abordaje es global, dentro de las empresas de una determinada forma pero siempre en concordancia con lo que se esté haciendo desde salud pública, que engloba el concepto de salud laboral», señala.
«Prácticamente todas las comunidades han puesto ya en marcha programas para ayudar al personal sanitario y sociosanitario, el que más ha estado en primera línea durante la pandemia, y también a todas las personas afectadas con trastornos asociados al duelo, al sufrimiento… Hay una serie de actuaciones, por tanto, que ya se están llevando a cabo en salud pública con profesionales especializados», explica la profesora.
Dentro de las empresas, matiza, esta situación varía «en función del tipo y ámbito de empresa. Por ejemplo, está habiendo actuaciones mucho más especializadas y que están siendo más precoces en los servicios de prevención de riesgos de los hospitales, puesto que allí se cuenta con medios materiales y humanos y se han puesto en marcha programas de bienestar mental».
En las empresas en que no se dispone de este tipo de profesionales, añade, «están intentando coordinarse con profesionales externos»
Mientras, desde dentro, ofrece las siguientes pautas de mejora del bienestar emocional en las empresas: «modificar un poco los horarios de trabajo, intentar que haya un mayor contacto social… El teletrabajo nos ha aislado de ello y ha tenido una repercusión psicológica importante».
En cualquier empresa, independientemente de su tamaño, afirma esta experta, «lo primero que se debe hacer siempre es una evaluación de riesgos, que incluye los factores psicosociales y nos muestra cómo se está gestionando este tipo de problemática».
«No se trata de actuar de forma caprichosa, sino de ajustarnos a lo que hay en esa realidad de la evaluación. Se trata, en función de lo que obtengamos en ella, de intentar proteger la salud mental de los trabajadores, establecer planes de reincorporación al trabajo en la forma en que se pueda, de forma paulatina, con alternancia de tareas, de horarios, establecer un clima organizacional que permita un apoyo a aquellas personas que lo necesiten, promover la relación social incluso cuando se trabaje a distancia, intentar adaptar y distribuir las cargas de trabajo, dar un mayor reconocimiento a la labor realizada…», detalla.
Otra de las claves pasa, en su opinión, por «mejorar todos los procesos que suponen comunicación y participación, que es algo barato, sencillo y muy rentable».
Y no olvida que «hay que favorecer al máximo la conciliación trabajo-familia, máxime cuando estamos en un momento en el que todavía hay muchos contagios y contactos…»
Finalmente, apunta a «intentar que la gente cuando salga del trabajo desconecte el máximo posible».
Posibles conflictos y vuelta a la normalidad
Con la vuelta al trabajo presencial, a veces aparecen los conflictos por cuestiones como la distancia interpersonal, la ventilación de las oficinas… María Teófila Vicente indica que «lo principal es asumir que hay que cumplir una serie de normas. Si en una empresa, su modelo preventivo implica la distancia social, llevar la mascarilla o tener la ventana abierta, es una norma más y los trabajadores tenemos que asumirlo, nos guste o no nos guste. Es como si uno tiene que llevar calzado de seguridad o un uniforme«.
Pero además, recalca, «hay que asumirlo sabiendo por qué, por eso debe reforzarse la comunicación y la participación. Si uno sabe que lo que está haciendo es por su bien y por el de los demás, prima la solidaridad».
Y añade que «aquí juegan un papel importante las organizaciones sindicales, porque se trata de actuaciones colectivas. Y en ese sentido, si hay una colaboración completa del trabajador, de sus representantes y de la estructura de gestión de la empresa, probablemente se funcione un poquito mejor».
Eso sí, reconoce que «gestionar a las personas es muy difícil, porque en el momento en que ya hay una fobia, entra en el terreno de lo patológico y necesitaríamos un profesional que nos ayudase».
De cara a la relajación progresiva de las medidas, esta experta reitera que «hay que intentar normalizar, dentro de lo que se pueda y de un marco de seguridad. Hay que volver a una vida lo más normal posible pero sabiendo que en absoluto estamos exentos de riesgo y que hay una serie de medidas que tendremos que continuar con el tiempo y ser prudentes».
«La propia Comisión Europea ha dado a conocer su nuevo marco estratégico en materia de seguridad y salud en el trabajo y hace una mención especial a cómo abordar estos riesgos psicosociales que nos ha traído la pandemia y que van a persistir durante un tiempo prolongado», concluye.
Artículo extraído de: https://www.rioja2.com
Escrito por: redacción Rioja 2
Enlace del artículo original: https://bit.ly/3saSEN5