Para marcar la diferencia en el entorno laboral y personal es absolutamente necesaria esta cualidad de la que muchos líderes alardean, pero solo unos pocos poseen. ¿Cómo desplegarla adecuadamente?
Tiende a pensarse que para saber dirigir un equipo se necesita mano dura y sacrificio. Afortunadamente, el modelo de liderazgo antiguo cada vez está decayendo más en pos de uno basado en el correcto uso de la inteligencia emocional que sepa atender las necesidades de los subordinados.
Al fin y al cabo, no se puede convencer a alguien para que cumpla con sus tareas y haga lo correcto desde la imposición; el buen líder debe ser el ejemplo a seguir, haciendo que sus empleados crean en sí mismos y todo marche de forma correcta sin su supervisión.
Desde hace un tiempo, como decíamos, se valoran otro tipo de habilidades del liderazgo más allá de las meramente técnicas. Deben saber comunicarse con los suyos, colaborar con ellos y ayudarles en todo lo que sea, establecer una cultura organizativa que premie el desarrollo de profesionales y apoye el espíritu crítico. Poseer un alto grado de inteligencia emocional es, por tanto, básico para obtener unos buenos resultados.
En caso contrario, los trabajadores se desmotivarán, no tendrán compromiso por la labor que ocupan dentro de la organización y todo ello les llevará a la insatisfacción profesional, queriendo abandonar sus puestos, lo que a su vez generará una alta rotación de puestos de trabajo que pasará factura no solo al clima de trabajo, sino también a la estabilidad financiera. Lo bueno es que la inteligencia emocional es una capacidad de liderazgo que se puede estimular y fomentar. La revista Fast & Company ha elaborado una lista con los atributos que mejor definen este modelo de liderazgo tan positivo.
Sinceridad ante todo
«Los líderes emocionalmente inteligentes son los mayores impulsores de su organización, muestran una confianza continua en lo que hacen y en el trabajo de sus subordinados, lo que apunta al éxito de la organización», aseguran desde el medio especializado en figuras de liderazgo. «El apoyo sincero de los líderes pueden contribuir a que la empresa cumpla su objetivo en tiempos difíciles, y si falta ese apoyo es difícil que los otros mantengan su fe en lo que hacen». En este sentido, no les tiembla la voz cuando tienen que decir cosas negativas, pero también saben premiar a la primera cuando se cumple un objetivo.
Salen de sus zonas de confort
Un buen líder amplía y reformula sus límites continuamente, esforzándose día a día y consiguiendo que el resto también lo haga, es decir, animando al resto de la plantilla a ser más ambiciosos. Para ellos, «el cambio es constante y el éxito, tanto propio como de sus empleados, requiere avances y ajustes constantes». Por ello, la inteligencia emocional también apunta a perfeccionar constantemente la calidad de los servicios que la organización ofrece.
Controlan sus emociones
En ningún caso se dejan llevar por la ira o la frustración cuando las cosas no salen bien. Siempre mantienen la compostura y saben lidiar con las dificultades que puedan surgir. «Aunque no tengan soluciones inmediatas, los líderes emocionalmente inteligentes son capaces de mantener la calma frente a las dificultades. Esto puede ayudar a que su equipo concentre su energía en hallar soluciones, en lugar de desperdiciar tiempo y esfuerzo en el miedo y la preocupación».
Tienen las cosas claras
No dan giros inesperados ni cambian por completo la cultura organizacional de la empresa. En este sentido, mantienen una fluida y correcta comunicación con su equipo todo el tiempo, informándoles sobre los objetivos y los motivos por lo que hacen lo que hacen. «No sienten la necesidad de ocultar cosas a los demás, encubrir errores o tener favoritos. Tratan a todos por igual, independientemente de su posición vital o profesional».
No tienen miedo de expresar emociones
A pesar de ser contenidos y mostrar siempre una buena cara, no tienen reparos en expresar sus emociones cuando sea necesario o la situación lo requiera. «Son conscientes de cómo las emociones afectan a todo lo que se realiza y son hábiles leyendo las de los demás de manera individual y colectiva». Aunque los fracasos y los contratiempos son inevitables, saben sacarle provecho hasta a lo malo, siendo conscientes de que siempre habrá trabas y obstáculos que saltar para su aprendizaje.
No se dejan llevar por la negatividad
Todos pasamos momentos difíciles, de bajones recurrentes. Ello no quiere decir que un buen líder no los pueda tener, pero saben atajarlos y convertirlos en una lección más que aprender. «Si bien están abiertos a los sentimientos de los demás, se distancian de aquellas personas qeu se quejan crónicamente o que siempre piensan en negativo», aseguran desde el medio especializado. «Los líderes emocionalmente inteligentes creen que la vida se debe experimentar y disfrutar al máximo y se sienten atraídos y atraen a personas que tienen también esta visión».
Artículo extraído de: https://www.elconfidencial.com
Escrito por: ACyV
Enlace del artículo original: https://bit.ly/3V1SiVH