La formación para el empleo para todas y todos no necesariamente pone un piso parejo. Los estereotipos de género provocan que las mujeres se sientan incapaces para ejercer un puesto más alto. Además, el trabajo de cuidados propicia que pausen sus carreras, con el riesgo que ello conlleva.

Las estadísticas oficiales, dice el Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco), muestran que las mujeres con licenciatura tienen más probabilidad de tener un empleo. Pero para su desarrollo profesional eso no basta. El miedo a no ser suficiente y la sobrecarga en el trabajo del hogar y de cuidados pesarán como lastres que no les permitirán avanzar con facilidad.

“Aun cuando la educación es un factor que influye en la participación laboral, también inciden los roles de género, la infraestructura social para los cuidados y el tipo de economías locales”, dice el Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY).

Este miércoles, Día Internacional de la Mujer, millones de mujeres diversas marcharán en el mundo. En México, las calles de varias ciudades se pintarán de violeta en demanda de un derecho básico: a la vida.

El 2022 cerró con 948 feminicidios y 3,890 mujeres asesinadas de manera intencional, según lo reportaron las fiscalías estatales a la Secretaría de Gobernación.

El feminicidio es el punto culminante de toda una serie de violencias. Por ello, la lucha es también por trabajos dignos y salarios justos, oportunidades sin machismo, espacios laborales libres de acoso y hostigamiento y de cualquier otro tipo de violencia.

En ese contexto, el Imco presentó los resultados de su Encuesta sobre el crecimiento profesional. La investigación muestra que “ambos sexos dudan de la calidad de su trabajo, pero hay más mujeres (52%) que lo reconocen, que hombres (38%)”.

Por lo tanto, más de una cuarta parte de las trabajadoras (27%) evita realizar tareas complejas o nuevas por miedo a fallar. En el caso de los hombres, esa proporción disminuye a 17 por ciento.

Muchas de las nuevas funciones que las mujeres no se atreven a tomar ofrecen mejores ingresos. La desconfianza en su trabajo también les impide tener éxito en sus negociaciones salariales, el 56% percibe haberlo logrado, frente a 65% de los hombres.

Pero aquéllas que toman el riesgo, a veces a pesar de no estar convencidas del valor de su desempeño, todavía tendrán que superar otro obstáculo. El trabajo de cuidados no remunerado “puede cambiar la trayectoria de crecimiento profesional, en especial para las mujeres”, señala el instituto. Algunas renunciarán y otras no podrán llegar a un puesto más alto.

Las empresas pueden impulsar la confianza

“Las mujeres que reportaron siempre dudar de su trabajo también reconocieron trabajar más horas sin que fuera necesario, así como sentir desgaste o cansancio derivado de su empleo”. El 74% reportó padecer burnout, incluso entre quienes desconfían de sus propias capacidades esta cifra se elevó a 84 por ciento.

Un estudio de la consultoría KPMG encontró que “el 75 % de las ejecutivas de todas las industrias han experimentado el síndrome de la impostora en sus carreras”. El 81% percibe que ellas se presionan más a sí mismas para no fracasar en comparación con los hombres.

El escepticismo en ellas se genera por diferentes factores, como los estereotipos de género. “Nuestros logros se piensan como resultado de la suerte y los de los hombres, del esfuerzo. Eso nos hace creer que no merezcamos lo que tenemos y que no somos lo suficientemente buenas”, dijo Cecilia Mancilla, especialista en desarrollo de carrera, en entrevista previa.

El reporte del Imco cita a Leslie Jamison, autora de The New Yorker, quien señala que dicho síndrome “también se le debe atribuir a las dinámicas en el mercado laboral y no exclusivamente a la persona”. La escritora estadounidense sugiere evaluar los empleos que ocupan las mujeres y mejorar sus condiciones laborales.

El Imco propone implementar programas de mentorías y patrocinios (sponsorships) “conscientes de las diferencias entre hombres y mujeres”. Pero enfatiza que no se trata sólo de dar consejos, sino de buscar “activamente oportunidades para quienes se benefician de los programas”.

Y sería mejor si esas mentorías las realizan otras mujeres. “Incrementar el número de mentoras o sponsors puede aumentar la confianza y el liderazgo de las mujeres, así como reforzar la noción de igualdad de género cuando el aprendiz es hombre”.

Además, junto con el gobierno, deben promover la educación continua y los empleos en los sectores en los que están subrepresentadas y que tienen mayor remuneración”. Por ejemplo, las carreras de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM por sus siglas en inglés).

Trabajo de cuidados entre todas y todos

“Las mujeres tienen menos oportunidades de movilidad social sólo por el hecho de ser mujeres”, puntualizó el Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY).

Si una mujer nació en condiciones de pobreza, tendrá una probabilidad 6% menor que un hombre de escapar de esta. Y si nació en un hogar de mayor riqueza, tendrá una probabilidad 14% menor que un hombre de mantenerse ahí, sostiene el CEEY.

Lo anterior se debe a que “enfrentan barreras para generar ingresos a causa del tiempo que dedican al trabajo doméstico y de cuidados no remunerados, lo cual limita su participación laboral”.

El 29% de las personas encuestadas por el Imco dijo haber pausado su carrera profesional por motivos personales. Pero al ponerle la lupa a esa población, el 44% son mujeres casadas y el 51% madres. Además, “ocho de cada 10 madres que hoy están en la fuerza laboral ajustaron sus cargas de trabajo u horarios laborales, en contraste con la mitad de los padres”.

“Las mamás tienen 40% menos empleabilidad, según un estudio de la investigadora Carolina Rivas-Herrera y de Raymundo Campos-Vázquez, Eduardo Alcaraz y Luis Martínez, de El Colegio de México (Colmex).

En el estudio El efecto de la maternidad en el empleo y los salarios en México, señalan que el salario de las madres trabajadoras puede llegar a ser hasta 40% menor que al de los hombres con hijos y 25% más bajo que el de mujeres que no son madres.

Salir del mercado laboral, reducir el trabajo o los horarios repercute en generar menos ingresos y también en llegar a puestos más altos. Y si no obtienen el ascenso, es probable que sigan ganando menos. Así es como se afecta la autonomía económica de las mujeres.

El desafío para las empresas “es retener o atraer de regreso el talento de las mujeres”, dice el Imco. Las políticas que emprendan, o que ya tengan no deben “reforzar roles de género ni diferencias que perpetúen la baja representación de mujeres en la toma de decisiones”.

Estos programas comienzan con capacitación para actualizar habilidades, aprender sobre nuevas tecnologías y conocer avances o cambios en su campo que surgieron durante su ausencia, afirma el instituto. Luego, con la oportunidad de competir por un puesto en igualdad de condiciones.

Además, ofrecer opciones de cuidado infantil para madres que no estén en la economía formal y que estén estudiando es una de las políticas públicas más necesarias, así como la flexibilidad de horarios y oportunidades de trabajo.

Artículo extraído de: https://www.eleconomista.com.mx/

Escrito por: Blanca Juárez

Enlace del artículo original: https://bit.ly/3J29lTr

Ilustración: Mohamed Hassan / PIXABAY