La violencia laboral es un factor de riesgo que puede desencadenar reacciones tan dañinas para el bienestar mental y físico de las personas como los eventos catastróficos tradicionalmente relacionados con el trastorno de estrés postraumático (TEPT).
No había lugar para esconderse, ni en sus sueños. A cada tanto creía oír esa voz chillona gritándole en la oficina; brincaba y sudaba frío cada vez que sonaba su celular. Cualquier plática con familiares y amistades le llevaban a revivir un episodio en aquel trabajo. El insomnio se alternaba con pesadillas de él volviendo a ese sitio en el que fue tan infeliz.
Hace casi un año, Artemio Sandoval renunció a la inmobiliaria en la que laboraba como analista de compras, pero apenas se está sintiendo mejor tras toda la violencia que vivió en ese lugar. Ni dejando el trabajo pudo sentirse en paz. Por fin está buscando trabajo.
“Me da pena decirlo, pero me daba miedo volver a trabajar. Sí revisaba las páginas y las ofertas, pero no concretaba nada. Viví de los pocos ahorros que tenía, comía en comedores comunitarios. No crea que soy flojo, era otra cosa que no sé explicar. Lo recuerdo y quiero llorar”.
Es estrés postraumático. De entre todas las afectaciones de la violencia laboral “la que menos se asocia a ésta es el trastorno de estrés postraumático (TEPT)”, dice en entrevista la investigadora en salud mental Érika Villavicencio Ayub.
El daño que provoca el mobbing —término en inglés que hace referencia al acoso y violencia laboral— no siempre termina al abandonar el trabajo, apunta la doctora en Psicología de la Salud Ocupacional. El maltrato puede condicionar a las personas a cómo van a actuar en sus siguientes empleos, daña su autoconfianza y afecta sus relaciones personales.
Si las personas que ejercen violencia en el trabajo “supieran todo lo que pueden llegar a provocar, lo que dañan a una persona y a su familia y a sus amigos, a lo mejor cambiarían un poquito. Cabalmente no saben todo lo que causan”, reflexiona Artemio Sandoval.
La prevalencia de la violencia laboral es grave y espantosa. Erika Villavicencio, académica de la Facultad de Psicología de la UNAM, no pudo haber elegido mejores adjetivos. Según las investigaciones que ella ha coordinado, casi el 80% de los espacios de trabajo en México son violentos.
De acuerdo con los últimos datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), una de cada tres renuncias está motivada por mobbing, conflictos con los superiores y condiciones laborales desfavorables, lo que equivale al 29% de los eventos de abandono de empleo.
Estrés postraumático laboral
“Ríete de sus chistes”. El único compañero que fue amable con Artemio cuando llegó a la inmobiliaria le dio ese consejo. Todas y todos ahí sabían que el jefe no tenía gracia, al contrario, pero aprendieron a que era mejor fingir. Y quizá hasta se lo llegaron a creer.
Ese mismo día enfrentó la prueba. El director hizo pasar como broma una agresión sexual contra una compañera. Artemio no se atrevió a evidenciar lo que había pasado ni a ponerse del lado de la joven, pero tampoco se rio.
“No supe cómo actuar, simplemente me quedé pasmado por lo que dijo y por ver que los demás lo festejaron y enmudecí”, recuerda. “¿Eres menso o eres joto? ¿Por qué no te ríes? Ah, quieres quedar bien, ¿verdad? Pero aquí o jalas o mira”, el jefe señaló la puerta. Artemio comenzó mal.
Según la Comisión Nacional de Salud Mental y Adicciones (Conasama), el TEPT está “directamente relacionado con la exposición a un acontecimiento traumático, amenazante, estresante, o a una serie de eventos o experiencias adversas traumáticas y perturbadoras”.
“Su principal característica es la presencia de un estresor identificable como factor desencadenante. Es decir, el trastorno no se hubiera presentado si el estresor no hubiera ocurrido”. Las causas que señala la Conasama son: experimentar directamente un evento traumático, presenciarlo o enterarse de uno.
El problema es que se piensa que un evento traumático es un acontecimiento tan grande como una guerra, un accidente, un secuestro o cualquier otro tipo de violencia más claramente definida. Pero generalmente no se asocia con lo que se vive todos los días en los centros de trabajo.
Señales del TEPT laboral
“El estrés postraumático es más común de lo que uno cree”, señala Erika Villavicencio, directora de Latinoamérica en la consultoría DserOrganizacional. Lo que sucede, explica, es que hemos normalizado que muchos espacios de trabajo sean tóxicos o violentos.
“Sobresale el caso de las mujeres, por la discriminación de género. No obstante, hay hombres que son violentados, pero la misma cultura machista no les juega a favor y no lo denuncian”.
Pero cualquier diferencial, explica, “puede ser causa de que te conviertas en una víctima: por ser joven, talentoso o talentosa, porque eres mujer. En fin, estas características, ante la perspectiva de quien violenta, son molestas o le generan algún choque psicológico o de competencia”.
El jefe de Artemio le achacaba que se sentía superior al resto. “Me tuve que empezar a reír de sus bromas para que viera que no, pero eso me hacía sentir mal conmigo mismo. Un día me dijo que le recordaba a su hermano el santurrón”.
El TEPT es incapacitante y sus síntomas son físicos, psicológicos y conductuales, explica Villavicencio. “La parte física es de lo más difícil de manejar en el ámbito médico laboral porque el trastorno por estrés es un cóctel muy grande donde echamos todos los tipos de estrés”.
En la parte física puede ser “en la parte intestinal, con gastritis, colitis, aumentos de peso” e incluso diabetes. Para otras personas su punto débil es músculo esquelético, agrega.
“Lo que más me preocupa es la salud mental. Los casos de depresión y ansiedad se han incrementado”. Esto conlleva a más renuncias, ausentismo, rotación y baja la productividad, apunta.
La doctora también señala que muchas personas sienten dolor en el pecho, sudoración, palpitaciones, cansancio crónico, temblores, trastornos del sueño (como insomnio o somnolencia), pesadillas recurrentes y trastornos alimenticios.
Artemio Sandoval sentía que sus costillas le aplastaban el corazón cuando sonaba su celular. Sabía que era su jefe, pero esperaba que no lo fuera. Siempre era para reprenderlo y decirle lo mal trabajador que era, que no era capaz de resolver lo más mínimo. Le llamaba en fines de semana para reclamarle cualquier cosa y rematar con: “Ustedes los millennials nacieron orates”.
En los dos años que soportó ese trato subió 11 kilos. “Es curioso, porque hasta después de haber renunciado le tomé sabor a la comida”, dice.
Las personas que viven violencia laboral terminan confundidas, debilitadas y cansadas, dice la doctora Villavicencio. Estando en el ojo del huracán parece que todo está en calma y no es para tanto. Cuando salen de ese trabajo llevan la duda sembrada acerca de su desempeño profesional.
Herramientas para las empresas
Las organizaciones tienen varias herramientas para evitar la violencia en sus centros laborales y así, el estrés postraumático. La NOM-035 sobre factores de riesgo psicosocial en el trabajo es una de ellas.
También está la NOM-025 sobre igualdad laboral y no discriminación, que aunque no es de carácter obligatorio, le da pauta a las organizaciones para que sean espacios lo más sanos posibles.
En tanto, el Convenio 190 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre violencia y el acoso laboral ya está vigente en México y las empresas también deben ceñirse a sus disposiciones.
Otra obligación legal de las empresas, dictada por la Ley Federal del Trabajo (LFT), es contar con un protocolo para prevenir, sancionar y erradicar la violencia. “Entre más normativas internas tengamos para garantizar la cero tolerancia a la violencia, es mejor”, dice Erika Villavicencio.
“Recursos Humanos y Relaciones Laborales tienen que ser el eje central para capacitar, sensibilizar y monitorear que esto se esté cumpliendo. Tener diferentes diagnósticos para atender cualquier anomalía en el momento en que ocurra. Contar con buzones donde la gente se pueda expresar, cumplir con los elementos necesarios de confidencialidad, manejo ético y aplicación de la ley para quien sea”, puntualiza.
Artículo extraído de: https://www.eleconomista.com.mx/
Escrito por: Blanca Juárez
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