“Garantizar regímenes de trabajo humanos”. Porque éste, donde cinco hombres poseen la riqueza de dos siglos de trabajo de millones de personas, no lo es. Ana Virginia Moreira Gomes, recién nombrada subdirectora general de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), habla del informe de Oxfam.
A casi un mes de haber recibido ese cargo y el de directora regional para América Latina y el Caribe de la OIT, conversa con El Economista sobre los desafíos laborales en esta parte del mundo. Retos que van desde la informalidad, el trabajo de cuidados, la migración y las transiciones digital y demográfica.
Pero también sobre el reporte de Oxfam, el cual señala que mientras en el mismo planeta coexisten cinco hombres millonarios, en el otro extremo hay millones de personas quienes tendrían que trabajar más de dos siglos para salir de la pobreza.
Ana Virginia Moreira proviene de la academia, desde hace algunos años es profesora titular en la Universidad de Fortaleza, en Brasil, su país natal. Las investigaciones que ha realizado o coordinado se han enfocado en los derechos de las personas trabajadoras y han aportado para el entendimiento de las desigualdades en el mundo laboral, así como para la creación de políticas públicas.
En 2004 fue parte del equipo técnico del Foro Nacional del Trabajo de Brasil (FNT). Dicho foro fue un importante encuentro convocado por el primer gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva para lograr la reforma laboral y sindical, un proyecto nada fácil como lo hemos visto en México. En él participaron representantes de la población trabajadora, de las empresas y del gobierno federal.
Sin justicia social no hay desarrollo económico
“La OIT fue creada en 1919 y su objetivo fue expresado de la siguiente forma: ‘Es imposible alcanzar la paz permanente y universal sin justicia social’. Este principio es extremadamente universal y muy actual”, dice en su primera visita a México después de haber tomado estos encargos.
Todo ese preámbulo, aclara paciente, “es para decir que debemos garantizar regímenes de trabajo humanos, porque la miseria pone en riesgo la paz”. No se puede alcanzar el desarrollo económico sin justicia social y “esto fue algo que la OIT ha expresado desde el inicio de la globalización económica de una forma muy clara”.
No obstante, el informe de Oxfam sobre desigualdad y poder empresarial global indica que desde 2020 la riqueza conjunta de los cinco hombres más ricos del mundo creció más del doble, al pasar de 405,000 millones a 869,000 millones de dólares.
Pero con estas fortunas, sus empresas no están contribuyendo en erradicar la pobreza, al contrario. En el reporte Panorama Laboral 2023 América Latina y el Caribe, publicado a finales de 2023, la OIT destaca que el “fenómeno del trabajador pobre” —personas que viven en situación precaria a pesar de tener un empleo— ha crecido en la región.
“La idea es que debemos buscar la justicia social a través del trabajo decente. Éste es un medio por el cual vamos a disminuir la pobreza”, señala Ana Virginia Moreira.
En México, la principal fuente de ingresos que tiene la mayoría de las personas es el trabajo. El 66% del total del ingreso corriente proviene del empleo, de acuerdo con la última Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (Enigh).
“La desigualdad y el aumento de la pobreza son expresiones de la ausencia de justicia social. Para la OIT es imposible pensar la paz permanente y universal sin justicia social y eso se puede garantizar a través del trabajo decente. Yo puedo decir que para disminuir los números que señala Oxfam la misión de la OIT es el trabajo decente”.
Dos desafíos laborales para América Latina
El trabajo decente, un concepto creado por la OIT en 1999, apunta la funcionaria, da las directrices para abordar los retos laborales actuales.
Engloba las oportunidades de empleo y de vivienda, protección social, diálogo social, libertad sindical, negociación colectiva, fin de las discriminaciones en el trabajo, eliminación del trabajo infantil y abolición del trabajo forzado. “Es un concepto riquísimo y pragmático” para abordar los desafíos de América Latina y el Caribe, dice.
Y sobre esos desafíos, Ana Virginia Moreira comienza con la informalidad. Es antigua, está vinculada a la pobreza y tiene características propias, señala. Para crear políticas que la disminuyan hay que comprender su heterogeneidad.
Próximamente, adelanta, la OIT lanzará Forlac Dos, una estrategia regional para fomentar la formalidad. Se aplicará primero “en algunos sectores insertos en algunos países de la región” y estará vinculada con la productividad.
Otro reto para la región “es la cuestión de género y la gestión del cuidado”. Para que más mujeres tengan la oportunidad de trabajar de manera remunerada hay que avanzar en el reconocimiento efectivo del derecho a cuidar y a recibir cuidado, apunta.
Pero en el tema de cuidados hay mucho más. Se relaciona con el derecho de las personas que cuidan de manera no remunerada —mujeres en su mayoría—, pero también de las personas trabajadoras en el sector de cuidados, quienes muchas veces laboran con bajos salarios y en la informalidad.
Un ejemplo de esto último son las trabajadoras del hogar, cuya formalidad en México no supera el 2%, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) y el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Transiciones, envejecimiento y migración
La región está pasando por diferentes transiciones en el ámbito laboral, dice la nueva subdirectora general de la OIT. Los cambios en el sector energético abren la puerta a nuevos empleos, pero para ello se requieren “trabajadores cualificados”, formados por escuelas con planeas educativos actualizados.
El cambio y la profundización del mundo digital y la Inteligencia Artificial supone desafíos, agrega, pero también coyunturas para avanzar en los derechos laborales.
La transición demográfica es otro gran reto, apunta. En 2023, el 14% de la población de América Latina y el Caribe tenía más de 60 años, pero para el año 2030 habrá “más personas mayores de 60 años que menores de 15 años”, según estimaciones de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
“De alguna forma son temas que conversan entre sí. Estaba hablando del cuidado” y con el envejecimiento poblacional “es un sector que tiene el potencial de generar muchos puestos de trabajo. Pero, ¿qué tan precarizados o protegidos serán? Depende de las instituciones laborales que la sociedad va a construir” basadas en el diálogo social tripartita.
Y la migración. “Es un tema que tiene diferentes dimensiones y los países son afectados de diferentes formas, pero la cuestión central deben ser las personas”.
Para abordarlo podríamos comenzar por las razones por las que salen de su país, propone. Por ejemplo, “si es la falta de oportunidades de trabajo, tiene una dimensión laboral” claramente. Pero tal vez otras personas dejaron su hogar por diferentes razones, pero en su camino viven explotación laboral, agrega.
Como sea, hay que garantizarles trabajo decente, no importa si cuentan o no con documentación, subraya. “El concepto de trabajo es interesante porque debe siempre ser garantizado, independientemente de los requisitos formales porque está vinculado a la dignidad de la persona” y no a trámites burocráticos.
Artículo extraído de: https://www.eleconomista.com.mx
Escrito por: Blanca Juárez
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Ilustración / fotografía: AbsolutVision / PIXABAY