Uno de los grandes cambios que dejó la pandemia fue la popularización del trabajo remoto. Años después, su impacto sigue siendo evidente, con un mercado laboral que ha establecido una postura clara: la flexibilidad ya no es negociable.

Cada vez más empresas obligan a sus empleados a regresar a las oficinas cinco días a la semana. Sin embargo, se enfrentan a una barrera importante: llenar esas vacantes se ha vuelto cada vez más difícil, especialmente entre los trabajadores que ya adoptaron nuevas dinámicas tras el confinamiento.

De acuerdo con un informe de Revelio Labs, los departamentos de Recursos Humanos ahora tardan el doble de tiempo en cubrir vacantes que requieren presencialidad total, en comparación con aquellas que ofrecen alguna opción de trabajo flexible. Esta demanda no solo proviene de la Generación Z, sino también de muchas personas que experimentaron una mejora significativa en su calidad de vida gracias al home office.

El reporte detalla que las empresas con esquemas flexibles registran una tasa de crecimiento del 0.6%, mientras que aquellas con modalidad 100% presencial tienen solo un 0.3%. Aunque la diferencia parezca mínima, se traduce en millones de dólares perdidos en contratación y productividad.

Los problemas de la falta de flexibilidad

Un estudio conjunto de las universidades de Pittsburgh, Baylor y Hong Kong reveló que varias compañías del índice S&P 500 están enfrentándose una fuga masiva de talento. Los perfiles mejor calificados han comenzado a abandonar empresas que imponen el regreso completo a las oficinas.

El análisis Recursos Humanos 2024 de Personio refuerza esta tendencia: el 51% de los trabajadores considera fundamental mantener un equilibrio entre vida personal y laboral, y el 44% afirma estar considerando cambiar de empleo debido a las condiciones actuales de trabajo.

Otra investigación, realizada por BambooHR, sugiere que algunas empresas estarían usando estas políticas como una forma de «despido silencioso», en la que Recursos Humanos simplemente espera que los empleados renuncien después de anunciarse el regreso obligatorio a las oficinas. Aun así, en muchos casos las compañías terminan teniendo que despedir al personal directamente.

Lo que muchas organizaciones no han calculado es el verdadero costo de su inflexibilidad. Más allá de los gastos relacionados con contratación y capacitación, también existen pérdidas en productividad, motivación del personal y daño a la reputación corporativa. Además, las ofertas laborales que requieren presencialidad total reciben hasta cinco veces menos postulaciones que aquellas que son remotas o híbridas.

Una modalidad específica como la solución

Por ahora, el trabajo híbrido se posiciona como la alternativa más viable. Este esquema, que suele combinar tres días en oficina y dos desde casa, se ha mostrado eficiente tanto para empresas como para colaboradores, y permite evitar la pérdida de talento que ya ha afectado a múltiples organizaciones.

A pesar de ello, muchas compañías continúan resistiéndose a estos modelos. Argumentan que la cultura corporativa y la innovación se fortalecen más en espacios presenciales, y temen que al permitir el trabajo remoto estas cualidades se debiliten. También persiste la idea de que trabajar desde casa implica menor productividad, aunque la evidencia apunta en sentido contrario.

Estudios recientes sugieren que el rendimiento real en oficina se da solo durante cuatro de los cinco días laborales, lo que contradice directamente esa creencia de que estar físicamente en el trabajo asegura mejores resultados.

Artículo extraído de: https://www.xataka.com.mx

Escrito por: Gonzalo Hernández

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