Al migrar a este esquema, las compañías pueden obtener ahorros de hasta 11,000 dólares por empleado al año, si se aterriza adecuadamente.

A cinco años del inicio de la pandemia, las dinámicas laborales en México y Latinoamérica han sufrido una transformación profunda. Lo que comenzó como una medida de emergencia —el trabajo remoto— en la actualidad es un nuevo estándar que muchos trabajadores no están dispuestos a ceder.  

Según datos de WeWork Latam, dos tercios de los trabajadores en la región operan bajo esquemas híbridos. De este universo, 85% reporta sentirse más productivo y 79% más feliz.

En este contexto, el coworking —oficinas compartidas y flexibles— ha emergido como una alternativa que puede conciliar ambos intereses. Pero el camino hacia un balance definitivo entre las necesidades empresariales y las expectativas del talento apenas comienza.

Para Álvaro Villar, director de ventas para WeWork en América Latina, hay una tendencia creciente, especialmente en grandes corporativos, a volver a la presencialidad completa. Hace apenas un año, solo 9% de las empresas exigía una asistencia a la oficina durante toda la semana laboral.

“Hoy, ese porcentaje ha comenzado a crecer. Aunque vemos empresas que hacen ese cambio y, poco después, tienen que retroceder porque pierden talento, enfrentan problemas para contratar personal y aumentan las quejas internas”, comentó Villar.

Expansión del coworking

El avance del trabajo híbrido ha impulsado una transformación significativa en el mercado inmobiliario corporativo en México. Una muestra clara es la reciente expansión de las oficinas tipo coworking, de la mano de firmas como WeWork, International Workplace Group (IWG) y Flex Offices.

“Nuestras aperturas llegan en un momento en el que las empresas están descubriendo que el trabajo flexible y remoto es increíblemente popular entre los empleados. Está demostrado que nuestro modelo aumenta la productividad y permite a una empresa ampliar o reducir su escala con costos significativamente reducidos”, aseguró Mark Dixon, director general de IWG.

Al migrar a esquemas híbridos, según la firma, las compañías pueden obtener ahorros de hasta 11,000 dólares por empleado al año. Además, se benefician de una mayor productividad y eficiencia operativa.

Para el 2030, se prevé que 30% de los inmuebles comerciales estarán destinados a coworking, en un mercado que podría superar los 2 billones de dólares. Este auge se explica en buena medida por la necesidad de adaptar los espacios a las nuevas realidades del trabajo.

Retos de la presencialidad

El retorno obligatorio a oficinas ha generado fricciones internas en algunas organizaciones. De acuerdo con la firma de servicios inmobiliarios Colliers, seis de cada 10 empresas en América Latina han implementado políticas obligatorias de regreso al espacio laboral. Sin embargo, estas no siempre se traducen en mayor productividad.

“En muchas compañías, la presencialidad forzada ha incrementado la llamada renuncia silenciosa, donde los empleados cumplen solo con lo mínimo indispensable, dejando de lado la proactividad y la innovación”, explicó Alejandra Hernández, especialista en espacios laborales de Colliers.

Un estudio de McKinsey & Company alerta que 87% de las organizaciones que mantengan esquemas rígidos enfrentarán dificultades severas en el desarrollo de talento en los próximos cinco años. La clave, según los expertos, está en no imponer modelos universales.

“Las mejores ideas surgen de la colaboración, pero no puede ser una imposición. Se deben combinar factores como ubicación, operación, salario y beneficios emocionales”, opinó Arturo Bañuelos, director de Proyectos y Desarrollos de JLL Latinoamérica.

Nuevos modelos flexibles

Además del coworking, algunas empresas han optado por esquemas personalizados de flexibilidad. Nubank, por ejemplo, implementó un modelo 7×1: siete semanas remotas y una presencial, lo que ha favorecido su cultura organizacional y reputación como empleador.

En el sector público, el gobierno de Tokio puso en marcha un esquema 4×3, en el que los empleados trabajan cuatro días a la semana y descansan tres. Esta medida ha demostrado mejoras en productividad y bienestar.

“Las mejores prácticas laborales hoy no son replicables de forma generalizada. Deben adaptarse a cada empresa y a su cultura organizacional. Salimos de la era de los modelos promedio y entramos a la era de las soluciones personalizadas”, sostuvo Hernández.

Este cambio de mentalidad abre la puerta a modelos mixtos donde los trabajadores puedan alternar entre su hogar, oficinas corporativas o espacios de coworking, para crear un entorno de trabajo más adaptable.

Impacto en la calidad de vida

Más allá de la productividad, el modelo híbrido ha tenido implicaciones directas en la calidad de vida de los trabajadores mexicanos. En un país donde el estrés laboral es uno de los más altos a nivel global, trabajar desde casa —aunque sea parcialmente— se ha convertido en un alivio.

Según WeWork, 42% de los empleados vive entre 10 y 50 kilómetros de su lugar de trabajo, lo que implica largos y agotadores trayectos. Además del tiempo perdido, los costos de transporte elevan el gasto mensual de los colaboradores y afectan su salud física y emocional.

En su estudio Trabajo Híbrido: Un camino hacia el sentido de pertenencia, IPSOS reveló que, en América Latina, 62% de quienes asisten entre uno y tres días a la oficina reporta mayor bienestar.

“Los datos no mienten, aunque un esquema de trabajo híbrido puede no tener un impacto inmenso en el compromiso de los trabajadores, el aumento en el bienestar y la disminución del estrés laboral, apuntan hacia un esquema de trabajo con dos o tres días de trabajo presencial”, dijo Héctor Jaso, líder de Experiencia del Empleado en la firma.

Artículo extraído de: https://www.eleconomista.com.mx

Escrito por: Samanta Escobar
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