En los últimos años, el teletrabajo ha experimentado un crecimiento significativo, y la pandemia aceleró aún más esta tendencia que ha evolucionado en un derecho laboral.
Desde una perspectiva global, el teletrabajo ha llegado para quedarse como una modalidad que permite la expansión de los negocios, facilita la operatividad y abre importantes oportunidades de desarrollo.
Más allá de los múltiples retos que representa, la transformación digital de los negocios es un camino que no tiene marcha atrás, por lo que la resistencia al cambio no favorece la implementación de esquemas flexibles de trabajo, ni abona a la construcción de entornos laborales saludables.
Es innegable que el teletrabajo está transformando la economía y que la mejor forma de manejar el cambio es justamente considerando que este esquema laboral detona:
Flexibilidad y productividad ya que facilita el acceso al trabajo desde cualquier lugar, eliminando las barreras geográficas y promoviendo la conciliación entre el trabajo y la vida personal. Esta flexibilidad se traduce en una mayor satisfacción laboral y, a su vez, en un aumento de la productividad. Los trabajadores pueden organizar su tiempo de manera más eficiente, evitando los desplazamientos y aprovechando al máximo su energía y creatividad.
Reducción de costos,, tanto para los empleados como para las empresas, el teletrabajo conlleva ahorro y optimización de los recursos. Los trabajadores pueden ahorrar en gastos de transporte, comidas fuera de casa y vestimenta formal. Por otro lado, las empresas pueden disminuir los costos asociados con el mantenimiento de oficinas físicas, como alquiler, suministros y servicios públicos. Esta reducción de costos libera recursos que pueden ser reinvertidos en otras áreas de la empresa o destinados al crecimiento y desarrollo económico.
Atracción de talento, pues los esquemas flexibles de trabajo amplían las oportunidades del mercado laboral, ya que las empresas pueden contratar empleados talentosos sin limitaciones geográficas. Esto facilita la búsqueda de perfiles especializados y diversos, permitiendo a las empresas acceder a un talento más amplio y competente. Además, el teletrabajo puede ayudar a retener a los empleados existentes, ofreciéndoles la posibilidad de trabajar de forma remota y adaptarse a sus necesidades personales.
Impulso a la economía local, ya que aunque el teletrabajo permite a los empleados trabajar desde cualquier lugar, muchas personas optan por quedarse en sus comunidades locales. Esto puede tener un impacto positivo en el desarrollo económico de esas regiones, ya que los trabajadores teletrabajadores gastan su dinero en empresas y servicios locales. El auge del teletrabajo puede estimular el crecimiento de pequeñas empresas y emprendimientos locales, así como el desarrollo de infraestructuras digitales y servicios de apoyo.
Desarrollo sostenible, pues al reducir los desplazamientos diarios, el teletrabajo contribuye a la reducción de la huella de carbono y fomenta prácticas más sostenibles. Menos vehículos en circulación significan menos emisiones de gases de efecto invernadero y una mejora en la calidad del aire. Además, al disminuir la necesidad de espacio de oficina, se reduce la demanda de recursos naturales y se promueve una mayor eficiencia energética.
Aunque los beneficios de los esquemas laborales flexibles son muchos, la realidad es que a las empresas aún les cuesta apostar por estas nuevas modalidades y la razón es las malas experiencias, la falta de confianza, la falta de disciplina y el bajo nivel de compromiso que se dan en algunos casos.
Según datos de la OCDE, los mexicanos trabajamos más de 2,250 horas al año, casi el doble del tiempo que se trabaja en Alemania, con la diferencia de que en México trabajamos más y somos menos eficientes. Esto detona cargas laborales excesivas, pérdida del equilibrio entre la vida personal y la vida laboral, estrés laboral y factores de riesgo psicosocial que afectan los entornos laborales.
Las nuevas realidades en el mundo laboral deben ser abordadas con el compromiso y la disposición tanto de empleados como de empleadores, a través del diseño de estrategias de desarrollo y capacitación acotadas a contextos más disruptivos y contemporáneos.
Artículo extraído de: https://www.forbes.com.mx
Escrito por: Arlene Ramírez Uresti
Enlace del artículo original: https://rb.gy/4goyr
Ilustración: Awaix_Mughal / PIXABAY