El mercado laboral global registró un comportamiento positivo el año pasado, con varios de los indicadores clave ya recuperados del impacto de la pandemia. Sin embargo, la inflación mantiene presionados los salarios, con un deterioro en el poder adquisitivo en la mayoría de las economías, señala un nuevo informe de la OIT.
Dentro de las economías que conforman el Grupo de los 20 (G-20), sólo tres naciones registraron el año pasado un crecimiento real en los salarios en medio de un escenario de alta inflación: China, Rusia y México, informó la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
De acuerdo con el informe Perspectivas mundiales del empleo y las perspectivas sociales: Tendencias 2024, difundido por la agrupación este miércoles, la inflación fue nuevamente el principal de dolor de cabeza para los trabajadores a nivel general el año pasado, quienes vieron mermado el poder adquisitivo de sus ingresos a pesar de un mejor comportamiento del mercado laboral.
“Pese a la reducción del desempleo y al crecimiento positivo del empleo, en países con data disponible, los salarios reales han disminuido. La mayoría de los países del G-20 vieron una caída real en los salarios en 2023, lo que significa que las subidas salariales no lograron contrarrestar el aumento de la inflación. Sólo China, Rusia y México lograron un crecimiento real en los salarios en 2023”, puntualizó la organización.
El mayor crecimiento salarial real en el año se registró en Rusia, en un nivel aproximado de 8%, seguido de China (5%) y México (4%). En el otro extremo, dentro de las economías que conforman el G-20, señaló la OIT, las mayores caídas en las remuneraciones por el impacto del alza en los precios al consumidor se registraron en Brasil, Italia, Indonesia y Japón.
En el caso del mercado mexicano, de acuerdo con los últimos datos disponibles de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), los ajustes al salario mínimo de los últimos años, los cuales han impulsado un crecimiento de 110% en términos reales entre 2018 y 2024 en este referente, han reducido el número de trabajadores en precariedad laboral.
Al comparar con salarios equivalentes, en el tercer trimestre del 2023, la tasa de condiciones críticas de ocupación (TCCO) fue de 30.3%, el mejor nivel registrado en 12 años. En el segundo trimestre del 2020, el de mayor afectación en el mercado laboral por la pandemia de Covid-19, la población trabajadora en condiciones de precariedad laboral llegó al 37.2 por ciento.
En tanto, de acuerdo con una investigación de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (Conasami), los incrementos en este referente han incidido en una mejora de los ingresos laborales, los cuales han crecido 21.3% por los aumentos acumulados en el sexenio.
A nivel global, señala la OIT en el informe, tanto la desocupación como la brecha laboral, la cual abarca la necesidad más amplia de empleo del mercado, tuvieron un comportamiento positivo en 2023 y ya regresaron a los niveles previos a los registrados antes de la emergencia sanitaria por la Covid-19.
“A pesar de la ralentización económica, el crecimiento mundial en 2023 fue ligeramente superior a lo previsto y los mercados de trabajo mostraron una sorprendente resiliencia. Gracias al intenso crecimiento del empleo, tanto la tasa de desempleo como el déficit de empleo han descendido por debajo de los valores anteriores a la pandemia. La tasa de desempleo mundial en 2023 fue del 5.1%, tras un modesto repunte respecto de 2022”, detalló el organismo.
Perspectivas inciertas para 2024
Pese a los datos positivos en el balance del mercado laboral en 2023, para este año, la OIT estima que tras la recuperación del impacto de la pandemia, el mundo del trabajo enfrentará un nuevo deterioro debido a la prevalencia de varias crisis a nivel global. “Por debajo de las cifras empieza a aflorar una fragilidad”, agregó.
Se proyecta que el número de personas en búsqueda de empleo aumente en dos millones a lo largo de 2024, lo que elevaría la tasa de desempleo de 5.1 a 5.2 por ciento. Además de que continuará la presión sobre los ingresos laborales por el impacto inflacionario en el costo de la vida.
“El proceso de devaluación del salario real y el consiguiente descenso del nivel de vida, causado por las elevadas y persistentes tasas de inflación y el encarecimiento de la vivienda, no se compensará a corto plazo”, se puntualiza en el documento.
Además de estos elementos, la organización destaca que la recuperación de las tasas de participación laboral tras el impacto de la pandemia ha sido desigual, pues aunque el empleo femenino ha tenido un comportamiento positivo, todavía persiste una importante brecha de género. Lo mismo ocurre por grupos etarios, donde la generación de plazas para las personas más jóvenes ha avanzado a un ritmo más lento.
En tanto, tras un breve impulso pospandémico, la productividad laboral continuó desacelerándose, para llegar a los niveles observados hace una década, esto, expuso el organismo, a pesar de la inversión de las empresas para la transformación tecnológica y la digitalización. Este fenómeno, puntualizó, se ha acrecentado por la escasez de mano de obra especializada y el dominio de los grandes monopolios digitales.
«Este informe mira más allá de las cifras principales del mercado laboral y lo que revela debe ser motivo de gran preocupación. Empieza a parecer que estos desequilibrios no son simplemente parte de la recuperación pandémica, sino estructurales», expresó Gilbert F. Houngbo, director general de la OIT.
“El descenso del nivel de vida y la escasa productividad, combinados con una inflación persistente, crean las condiciones para una mayor desigualdad y socavan los esfuerzos por alcanzar la justicia social. Y sin una mayor justicia social nunca tendremos una recuperación sostenible», agregó.
Artículo extraído de: https://www.eleconomista.com.mx
Escrito por: Felipe Morales Fredes
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Ilustración: Mediamodifier / PIXABAY