El estrés laboral o burnout es un padecimiento que afecta al 75 % de los mexicanos, según datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), por encima de países como Estados Unidos y China.
Debido a que sus efectos pueden afectar física, mental y emocionalmente a los trabajadores en el 2019 la Organización Mundial de la Salud (OMS) la reconoció como una enfermedad que además hace que el rendimiento de las personas sea menor e incluso “contagie” a sus compañeros.
El IMSS indica que las personas que rodean a quien experimenta desgaste laboral, pueden comenzar a sentirse de la misma manera: “Es potencialmente contagioso, ya que estar cerca o visualizar a otras personas en situaciones de estrés puede aumentar los niveles de cortisol del observador”.
Una de las consecuencias a largo plazo es la disminución en la calidad de vida, problemas físicos o mentales, desarrollo de depresión y ansiedad, así como conflictos con quienes les rodean y riesgo de caer en adicciones.
La OMS describe el burnout como “un proceso de desarrollo que comienza con niveles excesivos y prolongados de estrés laboral, el cual produce tensión en el trabajador. El proceso se completa cuando los trabajadores afrontan defensivamente el distanciamiento psicológico del trabajo y se vuelven apáticos, cínicos o rígidos”.
Una de las señales para identificar si alguien está padeciendo estrés laboral, según Ingrid Vargas Huicochea, investigadora del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UNAM, es percatarse si la otra persona está aislada, tiene poca convivencia con los demás, es negativa, algo le preocupa constantemente o se siente intranquila.
A través de Gaceta UNAM la especialista indicó que el padecimiento está relacionado a tres principales síntomas: cansancio emocional que va gradualmente en aumento. “Me siento así aunque no haga nada”.
En segundo una sensación de despersonalización: “Voy en automático al trabajo”. Como método de protección al malestar sigue yendo al trabajo aunque realmente “no está ahí”.
Finalmente, la persona pierde realización personal, ya que no tiene expectativas ni se proyecta a futuro: “Está ahí porque no tiene otra cosa mejor, pero tampoco se ve a sí mismo en un crecimiento dentro de ese escenario laboral”.
La investigadora apuntó que este malestar tiene que ver con las circunstancias laborales, la sobrecarga y frustración en el trabajo.
A la par de recomendar a las personas buscar ayuda profesional, lamentó que en México haya pocos especialistas y falta de educación emocional en la población.
“Es fundamental poder gestionar las emociones, porque cuando se presentan tienen un mensaje para nosotros, y al sentirlas deberíamos poder reconocerlo. Por ejemplo, cuando me asignan más trabajo puede aparecer enojo, que si se queda adentro nos impide pensar, no nos permite concentrarnos ni generar el mejor plan de acción para solventar la situación. ¿Qué pasa? Empezamos a autoagredirnos o soltamos esa catarsis sobre alguien que no tiene que ver con lo que sucede.”
Finalmente, dijo que las empresas son las primeras responsables en esta problemática al exigir a los empleados más tareas de las que son humanamente posibles de hacer en un horario laboral y las personas no se sienten con la capacidad de decir “no”.
“Cuando las empresas y sus directivos no identifican que ese fenómeno se está extendiendo al equipo, lo saturan e inicia una debacle física y mental, porque han perdido cierta dimensión de cómo es el trabajo en todos los niveles”.
Por lo anterior subrayó la importancia de que se sepa que la gente queda afectada de por vida cuando atraviesa una situación como esta.
Artículo extraído de: https://www.infobae.com
Escrito por: Jenifer Nava
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Ilustración: shahbazshah91 / PIXABAY