El año pasado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) incluyó este problema en su clasificación de enfermedades. No en vano, representa un factor de riesgo en condiciones como la depresión o la ansiedad.

El agotamiento laboral es uno de los tipo de estrés más frecuentes España. Las vacaciones de verano pueden servir de tregua temporal, pero en cambio al regreso es común que los síntomas empeoren.

No debemos perder de vista que vivimos en un sistema económico que basa nuestras vidas en el trabajo, y en un momento en que el hecho de tener un empleo cada vez es menor garantía de la propia subsistencia. No sólo eso, sino que la irrupción en el día a día de las tecnologías de la información y la comunicación difumina los límites del espacio laboral y el personal. Así, es lógico que año tras año el exceso de trabajo y las condiciones inadecuadas del mismo se cobren un mayor precio en salud.

¿Qué es el síndrome de burnout?

El llamado síndrome del burnout, que el año pasado la OMS incluyó en la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades (CIE-11), es quizás una de las más conocidas consecuencias que puede tener para nuestra salud el estrés laboral. 

Se trata de un problema bastante frecuente: casi la mitad de los trabajadores españoles, según un estudio elaborado por la aseguradora Cigna, asegura sufrirlo.

Sobre este problema, el doctor Joaquín Mateu Mollá, doctor en Psicología Clínica y de la Salud y docente de VIU – Universidad Internacional de Valencia, señala que el síndrome del burnout puede producir agotamiento emocional, falta de realización personal y despersonalización. Esta alteración, conocida también como el síndrome del trabajador quemado, se produce debido al estrés patológico (o distrés) que se sufre en el ámbito laboral y, según indica, quienes lo sufren tardan bastante tiempo en detectarlo.

“En muchas ocasiones, pasa inadvertido hasta el momento en que su efecto sobre cuerpo y mente es ineludible y, cuando se instala definitivamente, puede dar lugar a una serie de problemas de salud mental que revisten entidad clínica, como la depresión mayor o los trastornos de ansiedad, requiriéndose tratamiento especializado”, subraya Mateu.

¿Cuáles son los efectos de este síndrome?

En este sentido, uno de los primeros síntomas del burnout consiste en una sensación de agotamiento emocional que se expresa en forma de fatiga física y mental, o con síntomas difusos de dolor ubicados en diferentes zonas del cuerpo, especialmente en la cabeza y la espalda. También es frecuente que se vea comprometida la motivación por acudir al trabajo y que la persona que lo sufre se sienta atrapada o desesperanzada.

Otro claro síntoma de burnout es la sensación de falta de realización como individuos, es decir, dejar de percibir que el trabajo aporta valor a la construcción de las metas y objetivos vitales. Este hecho supone una disonancia cognitiva pronunciada, puesto que, a pesar de dedicar al trabajo gran cantidad de recursos, se ostenta la creencia de que no conduce a la felicidad. Así, la necesidad de mantener el empleo convive entonces con el deseo de abandonarlo, dos escenarios afectivamente incompatibles cuya cohabitación precipita un cuestionamiento constante de lo que hacemos con nuestro valioso tiempo. “Esta vivencia se acaba inmiscuyendo en la propia autoestima, degradándola poco a poco y abonando el terreno para problemas graves de salud mental”, señala Mateu.

Un último signo de alarma es la despersonalización, que supone un trato inadecuado (indiferencia, hostilidad, dejación de responsabilidades, sabotaje de vínculos) hacia las relaciones en el contexto laboral, como los compañeros, los clientes o los proveedores. Todo ello puede conllevar al aislamiento y la pérdida de oportunidad de recibir ayuda y apoyo para evitar problemas de salud mental.

¿Y sus causas?

El experto señala que las causas del burnout pueden ser diversas, aunque se reducen en esencia a tres áreas: las condiciones laborales, las relaciones sociales y la conciliación de la vida personal o familiar. “Aunque todas tienen severas consecuencias por separado, su efecto se acentúa cuando se combinan”, enfatiza Mateu.

En cuanto a las condiciones de trabajo, uno de los potenciales motivos que refieren quienes lo sufren es la exposición a cargas de trabajo excesivas; presión; incompatibilidades entre las funciones que se desempeñan dentro de las atribuciones del puesto; falta de claridad en los procedimientos; o peligrosidad inherente al trabajo, como la presencia de condiciones climáticas extremas (calor y frío), así como el potencial impacto de los errores y desaciertos.

Con respecto a las relaciones sociales, el acoso laboral es una de las causas más comunes de burnout, reflejadas en situaciones como las burlas, el aislamiento, la degradación de responsabilidades, la distribución injusta de tareas, la difusión de falsos rumores o incluso los actos de violencia explícita (psíquica, física y sexual).

Por último, la dificultad para conciliar el trabajo con otras facetas relevantes de la vida, como la familia o el ocio personal, pueden contribuir de forma muy significativa al burnout.

¿Cómo se puede prevenir y combatir el burnout?

Al margen de lograr una mejora en las condiciones laborales causantes del problema, cosa que no siempre es posible lograr a nivel individual, Mateu ofrece algunas pautas para lidiar con los estresores y evitar la aparición de este síndrome o minimizar su impacto.

“Lo primero que debemos tener en cuenta es que, si percibimos que la situación excede nuestras capacidades de afrontamiento, la consulta con un profesional de la psicología puede ser una total prioridad. La información proporcionada puede servirnos como referencia para saber cuál es nuestra situación y tomar la mejor decisión para un correcto autocuidado”, indica el experto.

Además, se puede trabajar en torno a cuatro ejes de actuación:

  • Perfeccionismo y ordenación de prioridades: resulta primordial ser conscientes de posibles auto imposiciones inflexibles y, por consiguiente, intentar tratarnos de modo más compasivo para protegernos, ante los efectos del estrés laboral y/o personal.
  • Organización del trabajo: hay que buscar la compatibilidad y la definición de las demandas exigibles; diferenciar lo que reviste urgencia de lo que puede ser demorado; y facilitar pausas y descansos periódicamente.
  • Atención a la vida familiar: resulta esencial disponer de tiempo para el ocio dentro de las rutinas diarias, tanto en soledad como en compañía de otras personas a las que valoramos. Asimismo, conviene aprovechar los periodos de descanso más largos para estar con los seres queridos y fomentar el autocuidado, que es el último de los ejes.
  • Autocuidado del cuerpo-mente: empezar con nuevas pautas como dormir las horas necesarias, seguir una alimentación regular y equilibrada, o practicar ejercicio.

Artículo extraído de: https://www.20minutos.es

Escrito por: Jorge García

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Ilustración: jcomp Freepik