La OIT señala que las jornadas laborales reducidas están asociadas con trabajadores más saludables y efectos económicos positivos, como menor gasto en salud.
Si bien la reducción de la jornada laboral es un gran paso para los trabajadores para el cuidado de su salud y bienestar, es fundamental que se implementen estrategias para que se garantice en la práctica un mayor tiempo para el descanso.
Este 19 de junio iniciarán los foros nacionales para construir un proyecto que permita alcanzar de manera gradual la jornada de 40 horas para el 2030. Estos espacios serán coordinados por la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS).
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) expone que aminorar los horarios laborales tiene diferentes beneficios para los colaboradores como: reducir la fatiga, errores, accidentes, ausentismo y conflictos entre la vida personal y laboral.
Resalta que más de 40 horas semanales de trabajo, están asociadas con mayor incidencia de depresión, ansiedad, problemas de sueño y enfermedades cardíacas.
Por otra parte, el organismo puntualiza que jornadas reducidas, están asociadas con colaboradores más saludables y otros efectos económicos como menores gastos en salud y tiempo que permite el desarrollo o expansión de bienes y servicios por el tiempo para actividades personales.
Jorge Mérida, socio creativo de ADN Wellbeing, destaca que hay trabajos que son más propensos a una alta exposición a factores de riesgo psicosocial, y un recorte de horas de trabajo los pone en un escenario de mayores desafíos, como los roles de liderazgo que tienen a su cargo la organización del tiempo.
“Tiene mucha lógica: menos jornada, menos exposición y pensaríamos que menos riesgo de adquirir un tipo de enfermedad mental. Pero por otro lado, la implementación de nuevas regulaciones siempre va a poner en estrés a la empresa en general, y creo que hay algunos puestos de trabajo específicos que van a tener más retos, y me refiero a los jefes de equipo, directivos o gerentes. Entonces, les vas a demandar a estas personas que con menos horas se alcance el mismo objetivo”, destaca.
En ese sentido, advierte que la adopción de la jornada de 40 horas, sí podría poner en una situación de mayor riesgo a las personas que tienen la decisión de organizar el trabajo.
“Es buen beneficio la reducción de la jornada, pero creo que además de todas estas adaptaciones que tiene que hacer la empresa, también se debe acompañar a la población en la prevención de problemas de salud mental. Porque, estos cambios generan reacciones de adaptación en la población trabajadora. Entonces, podría estar demandando más esfuerzo”, señala.
En tanto, Ana Cecilia Martínez, experta en salud mental y prevención de riesgo psicosocial, indica que bajar las horas de trabajo puede ser una herramienta efectiva para contrarrestar los desgastes que presentan los trabajadores que tienen largas horas de trabajo, si se implementa de buena forma.
“Al acortar las horas de exposición al estrés continuo y permitir un mayor tiempo de descanso, se disminuyen los niveles de cortisol, la hormona del estrés, lo cual tiene un impacto directo en la salud física, emocional y cognitiva de los colaboradores.
Agrega que otro de los beneficios de una reducción de jornada laboral es disminuir los principales factores de riesgo psicosocial como exceso de carga, presión de tiempo y dificultad para desconectarse del trabajo.
“También fortalecer su red de apoyo social y participar en actividades recreativas y familiares que son esenciales para la salud emocional. En cuanto a la salud física, se podría reducir el sedentarismo, mejorar la calidad de sueño y pueden disminuir los niveles de fatiga acumulada”, indica.
De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), los mexicanos dedican 13.5 horas al día para temas de ocio y de cuidado personal, incluyendo el tiempo para dormir. Un promedio que podría cambiar con la jornada de 40 horas.
En ese contexto, Martínez comenta que reducir la jornada de trabajo puede representar un giro transformador en cómo se entiende la eficiencia de sus tiempos y el bienestar dentro del trabajo.
Por otra parte, una investigación de la OIT y la Organización Mundial de la Salud (OMS), indica las jornadas laborales excesivas y sobrecargas de trabajo se asocian con 745,000 muertes por año.
Según los hallazgos, trabajar 55 horas o más a la semana aumenta 35% el riesgo de presentar un accidente cerebrovascular y 17% el riesgo de fallecer a causa de una cardiopatía isquémica con respecto a una jornada laboral de 35 a 40 horas a la semana.
A su vez, Jorge Mérida expone que uno de los retos que tendrán las organizaciones, será la contratación más gente o mejorar sus procesos para que sean igual de productivas. “Es algo que sí va a trastocar toda la organización”.
«En este periodo de adaptación, de ajustes a los tiempos, a cómo se organiza el trabajo, si se adquieren nuevas tecnologías para potenciar la productividad, los integrantes de una organización van a tener mayor demanda en este periodo de adaptación, y hay que cuidar su salud mental”, alerta el experto.
Retos para los trabajadores
Mérida comenta que entre los principales retos para los colaboradores es el acompañamiento tanto en el proceso de adaptación, como promover la salud mental y física.
“El que una persona tenga una reducción de jornada, no se va a traducir directamente en una mejor calidad de vida y una salud, también se va a tener que promover el hecho de que, ‘tienes menos tiempo de trabajo, tendrías más tiempo para otras áreas de la vida, pero también cómo te cuidas para realmente mejorar el estilo de vida’”, afirma.
Expone que si no se realiza una adecuada promoción; por ejemplo, del autocuidado en la alimentación, ejercicio físico, descanso, socialización, acudir de manera preventiva con profesionales de la salud.
“Todo eso sumado a una reducción de la jornada sí podría tener una repercusión positiva en el estado de salud de la población trabajadora”, asegura.
Recomendaciones y buenas políticas
Ana Cecilia Martínez comenta que la reducción de la jornada laboral no debe ser vista como una medida aislada, sino como parte de una estrategia integral de bienestar.
“Algunas políticas que recomiendo con enfoque integral son: educación y sensibilización, gestión emocional y autocuidado, programas de salud mental corporativa, desconexión digital efectiva, medición continua del clima emocional, flexibilidad y confianza”, detalla.
A su vez, Jorge Mérida recomienda fortalecer las áreas de salud ocupacional, porque necesitan tener mayor análisis para la detección temprana de problemas de salud.
“Hay estrategias que además de que están vigilando continuamente el estado de salud de las personas, que se tengan opciones de con quién acudir si hay algún problema relacionado con su salud”, apunta.
Artículo extraído de: https://www.eleconomista.com.mx
Escrito por: Eduardo de la Rosa
Enlace del artículo original: https://shorturl.at/VKfiL
Ilustración: Freepik