México se adelantó así a lo que en el mundo se volvió norma solo a partir de la década de 1950, según afirma el investigador de relaciones laborales Naj Ghosheh.

En temporada de verano, buen número de mexicanos toma vacaciones de sus trabajos para hacerlas coincidir con la pausa de los estudiantes. Otros esperan al invierno para solicitar el período de reposo anual y otros más adaptan su descanso a los tiempos internos de la empresa.

Tomar vacaciones no siempre fue considerado un derecho del trabajador, que siglos atrás laboraba en forma continua, los siete días de la semana. La obligación de los patrones a conceder una pausa anual a sus empleados y pagársela fue reconocida en nuestro país por primera vez en la Ley Federal de Trabajo que se expidió en agosto de 1931.

En su artículo 82, esa legislación indicaba que “los trabajadores que tengan más de un año de servicios disfrutarán de un período anual de vacaciones, que se fijará por las partes en el contrato de trabajo, pero que en ningún caso podrá ser inferior a cuatro días laborables”.

“Después de dos años de servicios”, continuaba la disposición, “el período anual de vacaciones comprenderá, cuando menos, seis días laborables. En caso de faltas de asistencia injustificadas del trabajador, el patrón podrá deducirlas del período de vacaciones”.

México, el primer país con vacaciones

México se adelantó así a lo que en el mundo se volvió norma solo a partir de la década de 1950, según afirma el investigador de relaciones laborales Naj Ghosheh en el ensayo “Recordando los períodos de descanso en la ley: Otra herramienta para limitar las horas de trabajo excesivo”, de 2016.

Pero para disfrutar de vacaciones anuales primero hubo que conquistar otros derechos, como el descanso dominical.

“La lucha por el descanso dominical debe ser vista como un antecedente del movimiento que después da lugar a la introducción en las legislaciones constitucionales de un grupo mayor de derechos de los trabajadores”, dice Víctor Borges Caamal, doctor en Filosofía y en Derecho Público, y diplomado en Historia.

“Nuestra concepción del reposo ha cambiado”, añade, “no siempre tuvimos la idea del (descanso de) fin de semana y, mucho menos, que es un tiempo que podemos dedicar al ocio”.

El doctor Borges Caamal es autor del ensayo “Prius est esse quam táliter esse. La disputa por el descanso dominical en Yucatán”, que el Ayuntamiento de Mérida publicó en 2021 a través del Fondo de Ediciones y Coediciones Literarias.

¿Cuándo iniciaron las vacaciones?

Originario de Yucatán y residente en Xalapa, el doctor Borges explica que siglos atrás en las ciudades por lo general se trabajaba toda la semana, aunque algunas sociedades dispusieron de un día para pausar las actividades laborales, no con la idea de que se dedicara al ocio, sino al culto religioso.

En Roma, precisa, el emperador Constantino decretó en el año 321 después de Cristo la festividad pública semanal del Sol Invicto y en España, durante el reinado de Alfonso X “El Sabio” (en el siglo XIII), “se estableció que un día no se trabajara, en este caso para que la persona lo dedicara a sus deberes cristianos”.

Borges Caamal indica que para finales del siglo XVIII y principios del XIX los artesanos de las ciudades, más autónomos en la organización de su tiempo, ya dejaban de trabajar el sábado por la tarde y destinaban una parte del domingo al esparcimiento en las tabernas. Por el contrario, las jornadas laborales en las industrias recién nacidas eran extenuantes, de 10 a 18 horas. Para los obreros “no estaba considerado ningún día de la semana al descanso; excepcionalmente se les permitían algunas horas del domingo para dedicarlas a las actividades religiosas”.

Un día de descanso de la jornada laboral

Al avanzar el siglo XIX fue cambiando la percepción sobre el descanso semanal hasta que a principios del XX —en 1904— se expide en España una ley, bajo la presidencia de gobierno de Antonio Maura, que declara obligatorio el otorgamiento de al menos de un día de descanso semanal al trabajador, que de esa manera quedaba “liberado para realizar la actividad que desee”.

“Esta ley va a tener impacto mundial, sobre todo en nuestro país y, por supuesto, Yucatán”.

“En Estados Unidos hay también algunas entidades que empiezan a plantear la necesidad de descansar un día. Lo llamamos descanso dominical porque no se planteaba que fuera un día cualquiera sino precisamente el domingo”.

El doctor Borges señala que en México hubo primero esfuerzos estatales para adoptar la pausa dominical. Por ejemplo, para 1913 el gobernador de San Luis Potosí había decretado el descanso semanal y en Campeche una decisión del Cabildo que duró unos meses “estableció, como consecuencia de una disposición fiscal, que se tenía que cerrar los negocios los domingos; eso propició que los trabajadores no laboraran ese día”.

En Ciudad de México, agrega el investigador, durante el gobierno de Victoriano Huerta (1913-1914) los trabajadores, sobre todo los de comercios, se movilizaron para exigir el derecho al descanso dominical. La propuesta se discutió en el Congreso de la Unión, pero no llegó a aprobarse porque los diputados entraron en receso. Cuando regresaron a sus actividades el proyecto no se retomó “porque poco tiempo después hay una confrontación entre el general Huerta y los diputados, y la Cámara de Diputados es disuelta”.

“Como quedó en suspenso, el general Huerta emite un decreto en el que ordena que se descanse en domingo. Hay registros de que se aplicó de manera un poco irregular, en el sentido de que era una disposición del presidente, no una ley, y en consecuencia muchos patrones se resistían a su cumplimiento”, apunta.

Ése es el contexto en que sucede lo de Yucatán”, afirma Borges Caamal en alusión al proceso que llevó a incorporar el descanso dominical a la legislación estatal. El derecho a reposar un día fue defendido por “una gran movilización de trabajadores de los comercios, a través del Centro de Dependientes de Yucatán” y contó con “el apoyo de organizaciones sociales de diverso tipo, como la Liga de Acción Social; de algunas organizaciones religiosas” y de “La Revista de Yucatán”, antecesora del Diario, que “le dio una gran cobertura a la discusión en el Congreso y la movilización de los trabajadores”.

Opositores al descanso dominical

Claramente, anota, hubo opositores a la iniciativa, que se veían afectados por ser el domingo el día dedicado a “proveerse de la despensa semanal” y por tener residencia en el mismo edificio donde funcionaba su negocio. Otros argumentaron que “si se le dejaba más tiempo a los trabajadores iba a aumentar el alcoholismo, que ya era un problema en esa época”.

Hubo entonces contra la ley “muchos esfuerzos por dejarla sin validez; no lo logran, al menos no en el período de Victoriano Huerta; queda sin efecto cuando llegan los carrancistas”.

Sin embargo, Salvador Alvarado, gobernador de Yucatán de 1915 a 1917 y hombre de Venustiano Carranza, respaldaba el derecho al reposo y en su administración decretó la obligación del descanso, ya no necesariamente en domingo.

“Así llegamos a 1917, cuando se decreta la Constitución que hoy nos rige”, dice el doctor Borges. “Se establece en el artículo 123 un conjunto de derechos, considerados en su momento de avanzada, a favor de los trabajadores. Hay una fracción dedicada al descanso, pero no señala que sea domingo: se habla de un día de descanso por seis de trabajo”.

“Como consecuencia de la disposición constitucional se genera la Ley Federal de Trabajo, en la que viene un capítulo dedicado a los días de descanso. Se va a tener oportunidad no solo de descanso semanal, sino también de un período vacacional anual. Y, ahora sí, los días de descanso y los períodos vacacionales se deben pagar, es un avance notable”, subraya.

¿Nos falta descansar más?

En su momento, considera Borges Caamal, el artículo 123 de la Constitución “resulta de avanzada en relación con otros países; se establece la idea de una nueva generación de derechos que se denominaron derechos sociales en comparación con los derechos del individuo”.

Cuando se discutía en Yucatán el descanso dominical “se decía que era necesario no porque ayudara al bienestar del trabajador, sino para darle oportunidad de recuperarse y ser más productivo”.

“Hoy pensamos en términos distintos, en que es necesario descansar más; en sociedades europeas se está pensando en trabajar cuatro días y descansar tres”.

¿Presentismo o home-office?

Reposar y tener vacaciones remuneradas son derechos básicos de las personas. Así lo asienta la Declaración Universal de Derechos Humanos en su artículo 24, que dice que “toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación razonable de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas pagadas”.

Para algunos empleados, sin embargo, no es fácil hacer una pausa de la actividad laboral porque en sus centros de trabajo hay la cultura del “presentismo” o, favorecido por avances de la tecnología, se llevan la oficina a casa.

Esos dos factores tienen impacto significativo en la capacidad de los empleados para disfrutar de sus vacaciones anuales, asegura el investigador de relaciones laborales Naj Ghosheh en el ensayo “Recordando los períodos de descanso en la ley: Otra herramienta para limitar las horas de trabajo excesivo”.

En ese trabajo, publicado en 2016 en “Conditions of Work and Employment Series” de la Organización Internacional del Trabajo, explica que el “presentismo” ocurre cuando “un trabajador termina su tarea pero se siente obligado a quedarse en el centro laboral para que el patrón crea que está totalmente comprometido con la organización”.

Éste es un fenómeno común en Japón, donde incluso hay una palabra para la muerte por exceso de trabajo: karoshi. En ese país se da una relación entre “presentismo” y subsecuente ausentismo por mal mental y depresión, indica Ghosheh.

El Ministerio de Trabajo nipón reporta que en promedio los trabajadores del país solo toman 9 de los 18.5 días de los que disponen para vacaciones anuales. En respuesta, el gobierno consideró “añadir feriados nacionales al calendario, ya que las empresas tienden a cerrar en esos días, garantizando así que los empleados no vayan al centro laboral”.

“Visibilidad y disponibilidad en el lugar de trabajo se han vuelto equivalentes de lealtad a la compañía, afectando severamente la capacidad del trabajador de usar sus vacaciones anuales”.

Sobre el segundo factor, Ghosheh advierte que los empleados “no solo son presionados para estar visibles en el lugar de trabajo, sino también accesibles incluso cuando están fuera”.

“Aunque esto puede causar problemas para el reposo diario y semanal, también puede afectar el tiempo de la pausa anual”, agrega. “La combinación de ausencia física y conexión mental puede crear serios problemas a los trabajadores, especialmente cuando deberían disfrutar de tiempo de ocio o con amigos y familia”.

Artículo extraído de: https://www.yucatan.com.mx

Escrito por: Valentina Boeta Madera

Enlace del artículo original: https://bit.ly/3Px8YC8