Don Goyo despertó y con él activó en muchas personas incertidumbre, temor o angustia. Las autoridades decretaron la fase 3 del semáforo amarillo, comenzaron con un proceso de revisión de rutas de evacuación y la supervisión de albergues temporales. La ciencia indica que los riesgos aún son bajos, y la cultura de prevención permite anticiparse para reducir el impacto de los daños en caso de una eventualidad mayor.

En Morelos, las clases presenciales se suspendieron en Zacualpan de Amilpas, Tetela del Volcán, Ocuitiuco, Hueyapan, Yecapixtla y Temoac, para cuidar a casi 29 mil estudiantes y más de 2 mil docentes.

Cuernavaca contará con albergues para personas de municipios ubicados en la zona de riesgo, y ante la posibilidad de caída de ceniza, la dirección de Salud y Educación recomendó evitar actividades al aire libre y usar cubrebocas.

Desde 1991, el Popocatépetl inició un incremento en su actividad; la última erupción violenta se registró en diciembre de 2000, y cinco años después una explosión al interior de su cráter provocó caída de ceniza y expulsión de lava.

Aunque hay una cultura desarrollada de prevención y protección civil, el temor ante situaciones de la naturaleza es normal, y pueden causar un estado temporal de crisis emocional.

A lo largo de la historia, la actividad volcánica no ha cesado, como ha ocurrido con los sismos. La diferencia está en las posibilidades de anticiparse a lo que podría ocurrir.

Entre las erupciones más recientes están la de enero de 2022 en un volcán submarino en el Océano Pacífico Sur que impactó la isla de Tonga, o en noviembre del mismo año la del volcán hawaiano Mauna Loa.

En 2021, tras la erupción del volcán de Tajogaite, en La Palma, Tenerife, España, el Colegio Oficial de Psicólogos de Santa Cruz detectó que las atenciones emocionales llegaron a triplicarse, por lo que crearon un espacio para atención psicológica.

La Fundación ANAR lanzó entonces una campaña para ofrecer ayuda telefónica o por chat a menores de edad afectados emocionalmente, y desde el gobierno impulsaron el programa “Ponle nombre al volcán”, con el objetivo de crear un sentimiento de comunidad capaz de superar el drama dejado por la erupción.

Los desastres naturales pueden causar inseguridad, disminución de los procesos cognitivos, de la capacidad de control, dificultad para concentrarse, falta de autoconfianza o problemas de sueño, entre otros.

Estabilizar las emociones es vital. En el Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México ofrece apoyo emocional ante cualquier situación, de manera gratuita, 24/7, a todo el país.

Artículo extraído de: https://www.elsoldecuernavaca.com.mx

Escrito por: Salvador Guerrero Chiprés

Enlace del artículo original: https://bit.ly/3OEByEq

Fotografía: ArcaiPenumbra / PIXABAY