• El ‘burnout’ puede presentar múltiples síntomas, algunos poco perceptibles
  • La neurocientífica y la OMS ofrecen cada una tres signos claros
  • Reconocer las emociones negativas cuando surgen es fundamental

El ‘burnout’ o agotamiento laboral es un fenómeno que puede tener lugar en un trabajador antes de que este se de cuenta. El término en inglés fue acuñado por primera vez en la década de 1970, para describir el cansancio que sufren los empleados en el desempeño de sus funciones. Sin embargo, no fue hasta hace tres años que la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) lo ha reconocido como fenómeno ocupacional, y que es el resultado de «un estrés crónico en el lugar de trabajo que no ha sido gestionado adecuadamente».

Así, de acuerdo con la neurocientífica de la Universidad de Nueva York, Wendy Suzuki, el ‘burnout’ se puede manifestar a través de una miríada de síntomas, y no todos ellos son obvios. «Puedes estar constantemente preocupado, enfadado o muy, muy cansado», especifica. «Hay toda una gama de emociones negativas y síntomas físicos del agotamiento laboral».

Las principales señales del ‘burnout’

La OMS cuenta el agotamientola desconfianza y una productividad reducida como algunos de sus síntomas más comunes. Para Suzuki, tres signos tempranos y no siempre perceptibles son la procrastinaciónlas distracciones constantes y la apatía.

Suzuki puntualiza que es normal tener cierta tendencia hacia la procrastinación. Sin embargo, comenta que el hecho de que lleve más tiempo de lo normal hacer las tareas en el trabajo puede significar que se está bajo una presión inmensa.

Podría significar que el cerebro no está afrontando correctamente las situaciones de estrés continuo, o incluso que se ha perdido el interés por el trabajo que se realiza. «Todavía nos estamos recuperando de los cambios abruptos en el trabajo y en los estudios que han tenido lugar desde los últimos dos años y medio», añade.

Dificultades por mantener la concentración y apatía

El confrontar recurrentes distracciones en el trabajo es otro signo de que el trabajador se dirige hacia este agotamiento laboral. Una investigación llevada a cabo en 2015 muestra que esta situación es capaz de alterar los circuitos del cerebro, aumentando la dificultad por mantener la concentración, y ello a su vez complica el darse cuenta de las disrupciones en el trabajo y el mantenerse concentrado en la tarea.

Además, la apatía es según Suzuki uno de los «mayores» síntomas del ‘burnout’, así como uno de los menos comprendidos. La experta explica que: «No tienes que estar sintiendo estas emociones negativas viscerales para estar agotado. También puedes mostrar una actitud de ‘ya no me importa’ hacia cosas por las que solías preocuparte, como tu empleo». La apatía también puede tener su origen en una falta de motivación, así como en un sentimiento generalizado de insensibilidad, poniendo Suzuki el ejemplo de la persona que piensa que nada de lo que hace importa.

Para la neurocientífica, uno de los pasos más importantes para reducir el ‘burnout’ es ser más consciente de qué es aquello que desencadena las emociones negativas como el enfado, el miedo o la tristeza, y reconocer cuándo se materializan en lugar de suprimirlas.

Cuestionarse las sensaciones

Cuando el trabajador vuelva a sentirse estresado, ansioso o con otra sensación negativa, Suzuki sugiere hacerse una pregunta: ¿De dónde viene este sentimiento, y por qué surge ahora?

«Estar más al tanto de un amplio rango de emociones es muy importante, porque si las ignoramos durante mucho tiempo simplemente empeorarán, y finalmente saldrán al exterior de una forma que serán imposibles de manejar», asevera la experta.

También recomienda encontrar a un psicólogo o a un terapeuta especializado en salud mental, que ayude a la persona en cuestión a unir los puntos que suponen esos síntomas del agotamiento laboral, así como a hallar la raíz que lo haya causado en caso de estarse padeciendo. Finalmente, estos profesionales podrán ayudar a su paciente a elaborar un plan de acción para gestionar la situación.

Artículo extraído de: https://www.eleconomista.es

Escrito por: Iago Eguileta

Enlace del artículo original: https://bit.ly/3EoMtfJ