incertidumbre económica y el miedo a los recortes de empleos han generado que cada vez más personas se vean afectados por el burnout, síndrome que está afectando al 40 por ciento de quienes realizan labores de escritorio.

Desde antes de la pandemia, México se posiciona como uno de los países con más fatiga por estrés laboral, pues al menos 75 por ciento de sus trabajadores sufría esta condición, superando los niveles de China, 73 por ciento, y de Estados Unidos, 59 por ciento, según datos del Instituto Mexicano del Seguro Social.

De acuerdo con la terapeuta Patricia Lozano Luviano, la incertidumbre económica y el miedo a los recortes de empleos se suman al malestar en el lugar de trabajo.  En la actualidad, indica, más del 40 por ciento de quienes realizan labores de escritorio se sienten exhaustos.

“En diversos países de América Latina, incluyendo el nuestro, se registran bajos salarios, falta de pago y prestaciones, necesidad de tener varios empleos, trabajar en algo que no gusta, recorrer grandes distancias entre el trabajo y el hogar; la falta de equidad de género, además de abuso y acoso en el trabajo”, explica.

El síndrome de burnout se describió en la década de 1970; sin embargo, fue en 2022 cuando la Organización Mundial de la Salud lo reconoció como un padecimiento.  Surgió como respuesta al estrés provocado por la sobrecarga laboral y/o el mal ambiente en el trabajo.

Luviano comparte que el burnout tiene tres componentes: cansancio o agotamiento emocional; despersonalización, es decir la construcción inconsciente de una defensa para protegerse de la impotencia, indefinición, frustración y conflictos; y el abandono de la realización personal, lo cual lleva a la ley del mínimo esfuerzo.

“El burnout tiene diferentes niveles: leve, consistente en quejas vagas, cansancio moderado, pesimismo, aislamiento o desconfianza; grave, se trabaja más lento, hay automedicación, ausentismo, aversión o fobia al trabajo, abuso del alcohol o drogas porque no se soporta la situación; y extremo, cuando llega el colapso, cuadros psiquiátricos y hasta el suicidio. Por supuesto, hay que pedir ayuda profesional antes de llegar a este último”, alerta.

Lozano Luviano dice que al inicio los investigadores del tema se enfocaron en el personal de salud, pues este sector, desde su formación académica, está expuesto a jornadas exhaustivas alentadas por una cultura organizacional disfuncional que ha normalizado que no duerman, tampoco coman, atiendan a numerosos pacientes, etcétera.

Pero ese fenómeno no sólo se da en ese ámbito. Se debe observar la cultura de cada organización y determinar si respeta horarios de descanso, espacios personales o qué tanto “se parece a la sala de urgencias de un hospital donde todo urge,” siempre se está en emergencia. Esto último genera estrés y una carga emocional que posteriormente se convierten en enfermedades físicas y mentales que se unen unas a otras y se agravan.

“Sucede porque el cuerpo y la mente ignoran que no se trata de emergencias reales; se segregan sustancias bioquímicas que producen diferentes padecimientos y pueden presentarse también adicciones al café, redes sociales, videojuegos o a las pantallas que ‘usamos de manera compulsiva’”, resalta la especialista.

Señales que indican un burnout

La persona que lo padece se puede sentir:

  • Agotada física y mentalmente
  • Resentida
  • Poco valorada
  • Cosificada
  • Desesperada y desmotivada

Previene y atiende

Además de tomar terapia, la especialista recomienda:

  • Tener una realización personal
  • Fomentar el autocuidado
  • Realizar ejercicio
  • Tener una buena nutrición
  • Descansar adecuadamente
  • Emplear técnicas de respiración y relajación
  • Reconocer emociones
  • Organización del tiempo laboral y personal

Artículo extraído de: https://www.reporteindigo.com

Escrito por: Karina Corona

Enlace del artículo original: https://bit.ly/41VMqBJ

Ilustración: Mohamed Hassan / PIXABAY