El trabajo es una actividad tan común que se percibe como algo obligatorio para costear la vida diaria; sin embargo, el trabajo debe ir más allá, con un propósito y que dé bienestar, ¿cómo se logra esto?, ¿es obligación únicamente del empleado?, ¿cuál es el papel de la empresa?
“La mayor parte de nuestro tiempo la dedicamos al trabajo y por eso, lo que hacemos debe ser algo que nos haga sentir bien a diario, que haga sentir nuestra vida significativa, con una misión y visión que se alineen a la empresa. Para esto, la empresa debe tener una cultura organizacional que genere emociones, un ambiente agradable y que se acompañe de una buena remuneración y liderazgo”, explicó en entrevista con El Economista, Rosalinda Ballesteros, directora del Instituto de Ciencias del Bienestar Integral de Tecmilenio.
Explicó que en los últimos años, cambiaron los hábitos de trabajo dejando del lado el modelo de horarios fijos o jerarquías, para dar paso a uno flexible y basado en confianza para ser uno mismo y expresarse en la organización.
“Incluso antes del 2020 estaba la necesidad de ser marca empleadora, ser atractiva que trabaja en el salario emocional que se basa en esquemas flexibles y la posibilidad de que el colaborador elija los beneficios a los que puede acceder, aunque claro esto dependiendo la industria”.
Con la pandemia, añadió, estas tendencias se aceleraron, sobre todo porque la crisis provocó nuevos “estresores”, elementos que sumaron tensión y estrés a las personas como la salud física y mental. Esto provocó daños en la estabilidad y bienestar de los empleados, lo que repercutió en su desempeño laboral. Por ello, las empresas deben actuar y convertirse en un lugar de apoyo.
“El rol de la empresa es habilitar y la persona decidirá lo que toma y lo que no. Hay que entender lo que necesitan sus colaboradores, poner los programas al servicio, anunciarlos y esperar que las personas se adhieran a los que mejor les acomode, lo que también mejora la productividad de la empresa”.
Las bases
Cuando las empresas cuidan a las personas, trabajan en su bienestar y hacen del trabajo una experiencia significativa, se obtienen mejores resultados como reducción de rotación laboral voluntaria en 25 puntos porcentuales y triple productividad. “A las empresas les conviene que las personas estén bien”.
Ballesteros añadió que para esto, se deben trabajar en cuatro pilares: higiene, estilo de liderazgo, clima organizacional y trabajo significativo.
Sobre lo higiénico, destacó, son los programas de salud públicos o privados, campañas de prevención de enfermedades y condición física, entre otros.
El estilo de liderazgo se encamina a un cambio de mentalidad al liderar, comprender que las acciones marcarán la diferencia en los colaboradores.
“Que ese líder se preocupe genuinamente por la perora por ejemplo, es un factor crucial para las personas y que se sientan mejor”.
Respecto al clima organizacional, el trabajo debe ser un lugar que promueva la convivencia y haga que las personas quieran quedarse. La base de esto es crear modelos de cooperación no de competencia como tradicionalmente se hace.
Finalmente, el trabajo significativo es lograr que la persona sienta que lo que hace es importante para el equipo con el que trabaja, la empresa y el cliente. Es entender el valor que se da a través de su actividad.
Artículo extraído de: https://www.eleconomista.com.mx
Escrito por: Elizabeth López Argueta
Enlace del artículo original: https://bit.ly/3CTRTyh