Al menos cuatro de cada cinco trabajadores en el país han experimentado altos niveles de estrés laboral en el último año; sólo una cuarta parte ha recibido apoyo de su empresa. La Covid-19 dejó importantes secuelas en el bienestar emocional de las personas.

Trabajar sin parar. Ésa fue la experiencia de Carolina Ramírez durante cuatro meses, con una jornada de 9 de la mañana a 11 de la noche que se extendió a los fines de semana. Su ascenso fue una pesadilla, asumió funciones adicionales a las que ya tenía y unas cuantas más cuando su jefe renunció un mes después. La sobrecarga laboral fue permanente al no haber más contrataciones.

“Esto ya me había causado estragos en mi salud mental. Bajé cuatro kilos en una semana de juntas. Tenía insomnio, depresión, gastritis y llegué a vomitar por las mañanas”, relata.

Su historia es compartida por muchos más. En el último año, el 52% de la fuerza laboral del país no dejó de trabajar a pesar de sentirse mal mentalmente, de acuerdo con el estudio Health on Demand 2023 de Mercer Marsh Beneficios. “La resaca de la pandemia y las nuevas formas de trabajo han impactado en la población trabajadora”, advierte la consultora.

De hecho, La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) estiman que los casos de depresión y ansiedad crecieron 25% en el contexto de la pandemia de Covid-19.

Desde la perspectiva de Jorge Gutiérrez Siles, consultor senior de la firma Kaysa, detrás de esta cifra hay diversos factores que van desde la cultura organizacional hasta la incertidumbre en el empleo.

“Buscar el equilibrio entre la vida laboral y personal es visto como una falta de dedicación al trabajo, no hay límites claros para la desconexión. También hay una inadecuada percepción de la prevención de salud mental, el tema se ha psicologizado y pensamos que esto es igual a tener un servicio de psicología. A eso hay que agregar una falta de compromiso empresarial con la seguridad y salud en el trabajo”, puntualiza el especialista.

Un estudio realizado por Terapify y la Asociación Mexicana en Dirección de Recursos Humanos (Amedirh) destaca que el 80% de los empleados padeció estrés laboral en los últimos 12 meses. Sin embargo, de este universo, sólo cuatro de cada 10 lo informaron en su centro de trabajo y a penas el 44% de ellos recibió algún tipo de apoyo.

“Todavía hay resistencia en ciertos mandos que no ven bien las ausencias y no dan tregua en eso. Y aunque se tengan políticas globales de desconexión, realmente la gente que está operando no necesariamente está aterrizando con esto. Sí hay una brecha importante en ocasiones entre lo que la organización quiere y lo que ocurre al interior”, opina Yunue Cárdenas, coordinadora del Hub de AfforHealth y fundadora de Psírculo Creativo.

Las secuelas de la Covid-19

La pandemia de Covid-19 oficialmente terminó, pero la de salud mental sigue latente, agravada incluso por el impacto de la emergencia sanitaria en las condiciones laborales perjudiciales.

De acuerdo con el reporte Riesgos Psicosociales en México de Mercer Marsh, el 43% de los empleados en el país tiene jornadas laborales excesivas, el principal elemento de riesgo para el bienestar mental de las personas trabajadoras y el cual creció cinco puntos respecto a lo observado antes de la emergencia sanitaria.

La mitad de los factores de riesgo psicosocial medidos a través de la NOM-035 crecieron en su nivel de impacto respecto a lo registrado antes de la pandemia de Covid-19. Las jornadas y sobrecarga laboral, las condiciones de trabajo y la interferencia en la relación trabajo-familia tuvieron las alzas más importantes.

“Las empresas tienen una carencia de metodología. Se ha atendido el estrés con medidas complementarias que son importantes, pero necesitamos atender la causa. Tenemos diagnósticos, en el mejor de los casos, pero no hay metodología, y es ahí donde se pierden un poco, porque sí hay esfuerzos y medidas, pero no están articuladas como sistemas”, señala Jorge Gutiérrez.

En eso coincide Yunue Cárdenas, pues las jornadas laborales y las cargas de trabajo se han mantenido como los principales factores de riesgo, porque “no se resuelven sólo con atención psicológica. Se requiere una redefinición en los puestos de trabajo, en las funciones, en las líneas de comunicación. Son temas estructurales que venimos arrastrando desde hace mucho tiempo”.

Según el estudio de Terapify y Amedirh, el 31% de las empresas reconoce que sus empleados están más estresados. Los factores que provocan esta situación son el desequilibrio entre la vida personal y laboral, las sobrecargas de trabajo, el retorno a la oficina y el manejo de incertidumbre.

Avances, pero a paso lento

A decir de Víctor García, subdirector de Wellness & Data para Mercer Marsh Beneficios México, en el país se están construyendo bases para el cuidado de la salud mental, pero aún hay empresas que “son muy rígidas y no han implementado redes de apoyo con líderes que tengan comunicación empática y le hagan saber a su gente que también están para ayudarlos”, y de esta manera generar un ambiente de confianza para que los colaboradores comuniquen sus inquietudes y necesidades.

Datos de una investigación de Dale Hype en corporativos mexicanos revelan que a pesar de contar con estrategias de bienestar, el 80% de los colaboradores sigue experimentando estrés por el trabajo.

En este sentido, Jorge Gutiérrez puntualiza que las empresas requieren implementar medidas con diagnósticos adecuados. Esto debe acompañarse de capacitación con todos los colaboradores para conocer las afectaciones de los riesgos psicosociales y espacios de diálogos para que los empleados comuniquen los problemas que enfrentan.

Por otra parte, Víctor García considera que un aspecto importante es que las empresas vayan más allá del cumplimiento normativo. “Se debe tener un interés genuino por la salud de los colaboradores. Todo este tipo de inversiones que se hagan para fomentar la salud no deben verse como un gasto”.

Efectos de la confluencia de pandemias

La OIT y la OMS estiman que cada año ser pierden 12,000 millones de días de trabajo y 1 billón de dólares a nivel global por problemas de salud mental, principalmente por casos de ansiedad y depresión.

Los trastornos mentales son una pandemia con doble impacto: por un lado, merman la calidad de vida, por el otro, afectan la productividad en las empresas. “La salud mental debería ser un indicador estratégico en las empresas, porque las personas y sus interacciones es lo que hacen posible que opere un negocio”, opina Yunue Cárdenas.

Fatiga, insomnio, presión arterial alta, menor concentración, ausentismo, mayor probabilidad de sufrir un accidente de trabajo y menor productividad son sólo algunos efectos negativos de los problemas de salud mental que pueden desarrollarse al interior de las empresas, enlista Jorge Gutiérrez.

“Hay un gran camino por avanzar”, expresa Víctor García. Lo que en el fondo se necesita, agrega, es un cambio cultural tanto en las empresas como en la fuerza laboral, pero en la medida que se dimensione la importancia del bienestar mental de los colaboradores, se avanzará en mejores prácticas.

Artículo extraído de: https://www.eleconomista.com.mx

Escrito por: Gerardo Hernández

Enlace del artículo original: https://bit.ly/3IMJArb

Ilustración: Bany_MM / PIXABAY