El agobio, sumado a algunas emociones sostenidas en el tiempo pueden generar un alto nivel de tensión que hay que solucionar.
Emociones como nervios, ansiedad y angustia, sostenidas en el tiempo, se suman a factores de riesgo como obesidad y tabaquismo, aumentando la posibilidad de padecer enfermedades. Por tal motivo, la pregunta es ¿Cómo evitar que el fin de año nos afecte?
Durante todo el año vivimos, en mayor o menor medida, bajo ciertas presiones, pero la llegada del fin de año suele ser un momento de gran movimiento laboral y personal. Este agobio, sumado a algunas emociones sostenidas en el tiempo pueden generar un alto nivel de tensión que el organismo percibirá como una agresión, utilizando el estrés como mecanismo de defensa.
¿Qué sucede en el cuerpo cuando esto ocurre?
Las emociones son desequilibrios que -cuando son extremos- generan cambios a nivel orgánico e inmune, alterando por completo nuestra salud. Hay quienes piensan que estos cambios solo repercuten en el estado de ánimo o sueño, pero cuando una persona vive al límite en sus exigencias mentales, no descansa y se siente bajo presión, fuerza a su organismo a producir la hormona del estrés denominada cortisol y pone en riesgo su salud.
A mayor tiempo estresados, más cortisol se producirá y mayor facilidad tendrá nuestro cuerpo para desarrollar ciertas dolencias psicosomáticas como úlceras, diarreas, hipertensión, vómitos, palpitaciones o parálisis musculares, entre otras. Esto se debe a que en escenarios normales el organismo emplea casi toda su energía en actividades destinadas a la modificación, reparación y creación de nuevos tejidos, pero en momentos de estrés todo cambia,dirigiendo su energía a otros procesos.
El problema surge cuando los radicales libres, moléculas necesarias para realizar determinadas funciones y mantener el estado de salud, afectan de forma directa a los componentes de las células y causan un deterioro, en ocasiones irreversible. Lo que aumenta las posibilidades de desarrollar envejecimiento prematuro, procesos inflamatorios crónicos, parkinson, alzheimer, arteriosclerosis, cataratas, colon irritable, alergias, enfermedades de la piel, enfermedades cerebrovasculares, hipertensión arterial, migrañas, lupus y algunos cánceres e infartos.
Recomendaciones
- Ser conscientes. Identificar que estamos sufriendo un período de nerviosismo extremo para intentar comenzar a cambiar esta situación.
- Organizarse. Mucha gente sufre ansiedad por sobrecarga de trabajo o compromisos. Cuanto más pormenorizada esté cada tarea, más sencillo será dedicar el tiempo que corresponda a cada cosa, completar la actividad y borrarla de la mente.
- Tiempo para uno. Aunque solo sea media o una hora al día, relajarse, hacer algo que nos guste, olvidar los problemas y dejar la mente en blanco.
- Hacer deporte. Es una buena vía de escape para el nerviosismo y el exceso de energía. Ayuda a conectar con uno y facilita el descanso, así como la segregación de endorfinas, que trabajan por el bienestar del cuerpo y la mente.
- Realizar actividades artísticas. Las actividades relacionadas con el arte y la expresión pueden ayudar a la distensión.
- Dieta balanceada. Evitar estimulantes como el café, el té y las bebidas energizantes. Consumir frutas y verduras, y evitar el exceso de comida y bebida durante las fiestas.
- Llevar una vida sana. Evitar el consumo de tabaco, alcohol en exceso y cualquier otro factor que ponga en riesgo nuestro sistema inmune.
- Buen descanso. El sueño reparador es fundamental para lograr un sistema inmunológico fuerte, ya que durante éste se producen los anticuerpos que defienden al organismo.
- Reírse más. Los momentos de felicidad, la risa y en especial el enamoramiento, producen más «micro-reparadores» y «micro-rejuvenecedores» que mejoran el nivel de vida.
- Tener espacios de contención. Poder conversar de cómo nos sentimos es importante para poder liberar tensiones y sentirse acompañado.
El cuerpo habla
Hoy el estrés afecta por igual a hombres y mujeres de todas las edades. Es importante tener en cuenta que, en los casos en que este supere su capacidad de controlarlo será necesario acudir a un especialista.
Así sea crónico, agudo o repetitivo, el estrés afecta al equilibrio general del cuerpo, lo cual puede convertirse en un desencadenante fatal para nosotros y nuestra salud. El cuerpo habla y no debemos pasar por alto las señales de alerta.
Noticia extraída de: https://www.diariodecuyo.com.ar
Por: Yanina Garasto
Enlace de la noticia original: https://bit.ly/3qfA7hW