Hubo un tiempo, en plena pandemia, en el que el teletrabajo se convirtió en la norma de la “nueva normalidad”. Las empresas de todo el mundo adoptaron el trabajo remoto de forma acelerada y, contra todo pronóstico, el sistema no colapsó.
Al contrario: descubrimos que la tecnología ya estaba preparada para sostener esta transición.
Estudios de Stanford y Harvard Business Review demostraron un aumento de hasta el 13% en la productividad de los empleados remotos, algo impensable en otros tiempos. Sin embargo, desde finales de 2022, empezó a tomar fuerza una tendencia de retorno a las oficinas que, en 2024, se ha asentado definitivamente.
Hoy, en ciudades como Madrid y Barcelona, los atascos matutinos han vuelto a ser la norma. La imagen de miles de coches en dirección a la oficina refleja cómo el sueño de trabajar desde casa, tan idealizado al inicio de la pandemia, ha perdido terreno. ¿Qué ha pasado para que esta tendencia se haya revertido?
La realidad de la vuelta a la oficina
Durante la pandemia, el teletrabajo dejó un rastro de oficinas vacías en ciudades de todo el mundo. En 2021, Madrid y Barcelona acumularon cerca de dos millones de metros cuadrados de oficinas desocupadas, según un informe de EY.
Sin embargo, esa tendencia se ha revertido, y se espera que en 2024 se inviertan 2.000 millones de euros en oficinas en España, un 55% más que los 1.290 millones de 2023, de acuerdo con datos de Savills.
En el primer semestre de 2024, Madrid registró la contratación de 249.000 m² de oficinas y Barcelona de 165.000 m², lo que supone incrementos del 18% y 45% respectivamente en comparación con el mismo periodo de 2023, según CBRE.
A nivel europeo, el mercado de oficinas también muestra señales de mejora. La contratación total alcanzó 3,73 millones de metros cuadrados en los 18 principales mercados europeos, manteniéndose estable respecto al año anterior, según datos de BNP Paribas Real Estate.
Inversiones que hay que recuperar
Estemos a favor o en contra del teletrabajo, hay una realidad innegable: desde los años 2010, las empresas han invertido fortunas en oficinas emblemáticas que hasta hace poco estaban casi vacías.
En 2019, Paramount Group gastó casi 1.000 millones de dólares en oficinas de San Francisco. Hoy, tras la pandemia, esos edificios apenas estaban al 45% de ocupación, y su valor se desplomó. Este caso es extrapolable a multitud de empresas que soñaban con oficinas en lugares emblemáticos de las capitales del mundo.
En Europa, ciudades como Londres y París también hay edificios de primer nivel que hasta hace poco habían perdido su propósito.
Aunque las herramientas para el trabajo remoto ya existían, nadie esperaba una transición tan radical. En aquellos tiempos, los bajos tipos de interés facilitaban financiar estas inversiones sin pensar en una posible desocupación masiva.
Buscar recuperar la cultura colaborativa
La pandemia de COVID-19 sacudió la cultura colaborativa en las empresas, empujando a todos al mundo virtual. El trabajo remoto trajo una avalancha de reuniones interminables y pantallas compartidas, donde temas simples se complicaban y todo parecía avanzar a cámara lenta.
Sin la interacción cara a cara, se perdió la chispa de las conversaciones espontáneas y los lazos entre compañeros se enfriaron. La falta de contacto físico diluyó el sentido de pertenencia y convirtió el trabajo en una serie de tareas desconectadas.
Hoy, las empresas saben que volver a conectar es esencial. Recuperar el contacto humano y fortalecer la cohesión del equipo no solo revitaliza el ambiente, sino que impulsa la creatividad y el compromiso. En un entorno donde las relaciones son clave, el reencuentro físico vuelve a ser la base del éxito organizacional.
¿Un modelo híbrido ideal?
La pandemia aceleró el teletrabajo, revolucionando el mundo laboral como no ocurría desde la semana de cinco días. La flexibilidad permite a los empleados conciliar mejor su vida personal y profesional, y sus beneficios son claros.
Pero aplicar este modelo de forma justa no es tan sencillo. No solo importa el tipo de trabajo, sino el perfil de cada empleado; todos conocemos a alguien que, en remoto, se ha “escaqueado” mientras otros exprimen al máximo esta modalidad.
Para muchos, el teletrabajo funciona genial. Pero cuando se impone a todos sin matices, surgen problemas. Lo ideal es evaluar habilidades y ajustar el modelo híbrido a cada caso, logrando así un equilibrio flexible y efectivo en esta nueva realidad.
Equilibrio entre productividad y bienestar mental
El teletrabajo ha sido un alivio para muchos, eliminando el estrés de los atascos y mejorando el balance vida-trabajo. Sin embargo, también trae desafíos: para algunos, la falta de interacción genera aislamiento y borra los límites entre casa y oficina, afectando su bienestar. Según la OIT, el teletrabajo prolongado puede incrementar el riesgo de problemas de salud mental.
Por eso, el modelo híbrido es esencial: alternar días en casa y en la oficina combina lo mejor de ambos mundos. Adaptarlo a las necesidades individuales es clave para una cultura laboral que priorice el bienestar, evitando soluciones rígidas.
Artículo extraído de: https://www.revistagq.com
Escrito por: Adrián Espallargas
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Ilustración: Elf-Moondance PIXABAY