- Tres trabajadoras mexicanas nos cuentan, ¿cómo vivieron el home office a raíz de la pandemia?
- En enero de 2021, en México se integró a la Ley Federal del Trabajo un capítulo que regulaba el home office.
- Pero los colaboradores dicen que no han recibido apoyo de sus empleadores para pagar los gastos generados por este modelo de trabajo.
Tras casi dos años de confinamiento, los colaboradores vivieron la experiencia de home office. Bajo otras circunstancias este proceso hubiera llevado años. Sin embargo, las historias no siempre fueron gratas, debido a diferentes situaciones. Tres trabajadoras mexicanas nos cuentan, ¿cómo vivieron el home office a raíz de la pandemia?
En enero de 2021, México integró a la Ley Federal del Trabajo un capítulo que regulaba el home office. De acuerdo con Diego Andrés García Saucedo, abogado especialista en derecho laboral, esto ha traído como consecuencia la modificación de contratos colectivos e individuales de trabajo y reglamentos interiores.
Explicó que en este 2022 la autoridad federal deberá publicar una nueva norma oficial, que probablemente será la 37, y que se estima se enfoque en la ergonomía y la manera en la que la Secretaría del Trabajo verificará que las empresas que mantienen a sus trabajadores en home office realmente cumplieron con lo establecido.
El abogado laboral calcula que entre 20 y 25% de las empresas en México si realizarán home office o trabajo híbrido, ello pese a que la Ley de Home Office no tiene muchos incentivos para los patrones.
Y es que a diferencia de otros países, que los empleados realicen trabajo en casa le facilita la vida al patrón, y en el caso de México se le están generando más obligaciones, además de que no se establece cómo se pagará la proporcionalidad de servicios como el internet y la luz.
En una encuesta de PageGroup, los colaboradores dicen que sus empleadores no los han apoyado al trabajar desde casa
Los tiempos que corren han orillado a los colaboradores a acomodarse a un esquema que ha implicado aumentos en ciertos gastos: 81.8% de los encuestados en el Estudio de Remuneración 2022, realizado por PageGroup, afirma que su empresa no le ha brindado apoyo para cubrir los incrementos en estos gastos adicionales.
“Una explicación para esto puede ser el estrés financiero al que la contingencia sanitaria sometió a muchas organizaciones, lo cual vuelve a poner el foco en la importancia que tiene para las empresas compensar a sus colaboradores con iniciativas de flexibilidad laboral que no implican inversiones significativas de recursos”, se lee en el estudio.
Aunque en México se logró establecer una serie de lineamientos para regular el home office, que las empresas contribuyeran en parte de los gastos que implicaba a los trabajadores realizar sus labores en su hogar, así como establecer que la desconexión laboral era un derecho de los colaboradores, en la práctica esto pocas veces ocurre, y las siguientes historias nos lo confirman:
“Comenzamos a experimentar ansiedad por el confinamiento y por el estrés laboral”.
Gema Andrade cuenta que pese a que durante la emergencia sanitaria afortunadamente pudo conservar su empleo y trabajar desde casa, la carga de trabajo y estrés aumentaron, y “en algunos casos esto nos ha llevado al límite”.
Primero que nada, explica a Business Insider México, los mandaron a trabajar desde casa sin proporcionarles ningún tipo de recursos. “Muchos tuvimos que poner dinero de nuestra propia bolsa para tener un servicio de internet más rápido o para contar con equipo que nos permitiera realizar nuestras labores con eficiencia”.
“Pensamos que por ello (y en general por los efectos que trajo consigo la pandemia) nuestra jefa sería más comprensiva con nosotros, pero ocurrió exactamente lo contrario: su nivel de exigencia aumentó. Algunas compañeras renunciaron precisamente por el alto nivel de exigencia y por lo poco que les pagaban”, dice.
Agrega que los que quedaron han tenido que cubrir los huecos que han dejado sus compañeros que han renunciado o han sido despedidos. Además, aumentaron las actividades de cada puesto. “Es difícil que durante nuestros días de descanso nos desconectemos, ya que los mensajes de WhatsApp del trabajo llegan todo el tiempo y muchas veces los superiores exigen que les respondas en el momento, aun cuando ya terminó tu turno”, cuenta.
Incluso, dice, supo de un compañero al que le dió una parálisis facial. “Otra compañera rompió a llorar en una junta vía Zoom. Otros comenzamos a experimentar problemas de ansiedad por el confinamiento y por el estrés laboral”, dice Gema.
“Leí que en Estados Unidos mucha gente está renunciando porque ya está harta: no le importa dar el salto al vacío. Yo lo he pensado más de una vez”, finalizó.
“Subí de peso, porque comía por ansiedad, principalmente debido al estrés laboral”
Gladys Trujillo es community manager, cuenta que desde el inicio de la pandemia le redujeron el sueldo en 30%. “Acepté porque pensé que sería más difícil irme y buscar otro empleo con la pandemia a todo lo que daba”, comentó a Business Insider México.
“Así fue, a pesar de que me quedé, no dejé de buscar empleo, pero todos solicitaban requisitos más allá de mi función, como diseño y labor de venta, pero con sueldo bajo (además que ese tipo de empleos me parece labor para tres personas diferentes, no sólo una)”.
Narra que aunque su jefe intentó que regresaran a la oficina en un par de ocasiones, sus compañeros y ella se negaron, porque aún las vacunas estaban en pruebas. “Aguanté con sueldo reducido hasta enero de 2021, cuando nos restituyeron el salario. Aunque eso volvió a la normalidad, jamás nos pagaron por usar nuestros servicios de luz e internet, con la explicación de que la pandemia nos dejó muy golpeados”.
Confiesa que además su dinámica cambió porque alterna su empleo con las labores de su casa. “Aunque no me corresponden todas, tengo que hacer fila para que todos usen la lavadora, por ejemplo, porque en realidad fui la única de cuatro personas adultas en mi casa que pudo hacer home office”.
Gladys Trujillo aún sigue en home office, dice que a su jefe le resultó más redituable mantenerlos a distancia, aunque a veces es más estresante y exigente que cuando estaban en la oficina, porque llama muchas veces e incluso fuera de horario.
“Sigue sin darnos apoyo por uso de servicios. Cuando estaba en la oficina, iba a la tienda a despejarme, ahora sí me desconecto una hora para evitar caer en un colapso (no me enorgullece aceptar que lo hago, pero es eso o terminar toda enojada o mucho menos productiva que si me tomo un tiempo para calmarme), comenta.
En la parte física, comenta que subió de peso, dice que comía por ansiedad, causada en mayor parte por el estrés del trabajo. Además dejó de ir al gimnasio y aunque entrenaba en casa, no le resultó igual.
“Mi intento de emprendimiento fue el hacer contenido exclusivo para mi canal de Youtube en el que hablo de boxeo; pero no me dio el resultado que quería porque no he llegado al mínimo de seguidores y de reproducciones para hacer «rentable» un canal”, cuenta.
“No intenté otra cosa porque soy muy mala para idear un plan de negocios”, reconoce.
Considera que si no ha colapsado es porque volvieron a abrir los gimnasios a inicios de 2021 y eso le ayuda mucho, pero las 8 horas de empleo sí son un sube y baja anímico, no debería, pero a veces es difícil evitar que le afecte, finaliza.
“Mis jornadas laborales pasaron de 8 de la mañana a 9 de la noche”
Cuando la pandemia llegó y empezó a trabajar en home office, Edna Morales se sintió aliviada, porque podría estar al cuidado de su hija. Su esposo la apoyó contratando a una persona que cuidara de su pequeña, hiciera la comida y el quehacer, así ella podría dedicarse a trabajar.
“Sobra decir que las jornadas de 8 am a 5 p.m. se prolongaban hasta las 8 o 9 de la noche”, cuenta a Business Insider México.
Llegó junio de 2020 y su mamá enfermó y la llevó a su casa para cuidarla. “Yo podía con todo. Amor y carga de trabajo me sobraban. Me faltaba tiempo y sueño”, dice.
Sus jornadas se alargaron, los cuidados para su mamá aumentaron, aunque no le importaba dice, su paciencia y salud se vieron mermadas.
Su madre debió internarse y ella trabajaba desde el hospital. Atendía desde ahí juntas interminables y sin razón del trabajo, y además tenía miedo de contagiarse de Covid-19.
Aunque salieron del hospital con un buen pronóstico médico, el laboral no era el mismo. “Me eché en hombros la enemistad de un director cuando me quejé por defenderme. Este director se quejó y pidió «mi cabeza». Lo malo fue que le hicieron caso en su berrinche y me corrieron”.
“Mi jefe logró que me despidieran con el dinero que me correspondía. Para ese entonces confirmamos que mi mamí tenía cáncer (linfoma etapa 4). Ya no había nada que hacer”, dice.
Asegura que ella y otra persona más, que también era mamá, fueron despedidas, y los empleados hombres conservaron su puesto. “Por lo menos mi liquidación de 13 años sirvió para ayudar a mi mamá. Aún sigo padeciendo cómo pagar mi depto de Infonavit (debo 3 meses)”.
Dice que hoy por hoy buscar trabajo, “en verdad sería algo irisorio. Mi niña ya entró a la escuela, me decidí a estar con ella tomando clases en línea. He buscado empleos en home office, pero no he tenido suerte”.
“La pandemia provocó que me topara con mis mayores miedos, horribles realidades, una depresión que no se me quita. Miedo a toparme con otra empresa en la que sea algo que no importe y me traten mal. Miedo a sufrir discriminación por ser mamá y no tener total disposición. Ahora mi esposo me mantiene, se siente horrible”.
Asegura que cuando la pandemia esté más controlada, buscará un curso para trabajar con su esposo y así poder ayudar en el negocio familiar. Mientras tanto está dedicada a su hija.
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Noticia extraída de: https://businessinsider.mx
Escrita por: Sonia Soto
Enlace de la noticia original: https://bit.ly/3qV7NBz